Capítulo 30

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"Tarde para el amor"





"Y algunas veces tú sostienes la mano de alguien solo para probar que sigues vivo, y ese otro ser humano está ahí para ser testigo de ello."

(Rainbow Rowell)




Luces aparecen, desaparecen. La oscuridad me envuelve y luego una tenue luz. No estoy asustado, no estoy sintiendo algo en absoluto. Estoy en casa. Sé que estoy dormido y estoy luchando por despertar. Puedo sentir mi camiseta pegándose a mi cuerpo debido al sudor, debo apestar mucho, el solo pensar en ello provoca que pronto huela mi propio hedor y el sabor de la sangre seca en mis labios. Suelto un quejido y me giro, cayendo al suelo.

—Maldición. —mascullo y tallo mis ojos, los abro poco a poco para encontrarme con el suelo de mi hogar. Suelto un suspiro de alivio, estoy en casa y me he quedado dormido. He tenido un sueño tan... realista. Estiro los brazos y me duele el torso, me quejo de nueva cuenta y alcanzo la orilla de la mesa de centro para ayudarme a colocarme de pie, o al menos, sentarme.

Mi respiración es pesada, me percato de que estoy utilizando la misma ropa que el día de ayer –y curiosamente en mi sueño también.

Echo la cabeza para atrás, dándome cuenta del olor a cerveza rancia, humo de cigarrillo y sudor que proviene de mi cuerpo. Apesto y ese hedor es suficiente para hacerme dar cuenta que no ha sido un sueño. Al ponerme de pie siento un intenso dolor en el torso, camino hacia el baño, ignorando mi cansancio y el hecho de que siento que voy a morir gracias a la resaca. La puerta se balancea abierta y entro, me deshago de mi camiseta y la tiro sobre la taza del váter. Coloco mis manos a cada lado del lavamanos, sosteniéndome y preparándome para ver mi reflejo en el espejo.

Tengo grandes ojeras y una herida en el labio con sangre seca, mi pómulo izquierdo está hinchado y coloreado, más no sangró como pensé anoche que lo había hecho. Por debajo de mis costillas hay un gran hematoma también y me duele la espalda, pero eso último se lo adjudico a haber dormido en el sofá. Mi cabello es un desastre y en general soy un desastre, así que decido tomar una ducha y mandar por el desagüe todo el cansancio y suciedad.

El agua me golpea con fuerza en la espalda. Quiero saber cómo llegué a casa y los recuerdos no tardan mucho en surgir a la luz. Fue el barman quien me trajo a casa.

—Si mi hermana menor se da cuenta que dejé a su amor imaginario en estas condiciones, solo, a casa, va a castrarme y será aun peor si pasa algo. Y yo no podré vivir con la conciencia limpia después de haber tenido la oportunidad de impedirlo. —el barman dijo, ayudándome a abrir la puerta de mi auto e introduciéndome en el asiento del copiloto. — ¿A dónde tengo que conducir, superestrella?

No sé si le dije o lo averiguó gracias a Google y las páginas de fans, todas esas publicaciones en Twitter. Lo que sé es que me quedé dormido después de un rato y no desperté hasta hace poco menos de media hora.

Y ya son las cinco de la tarde.

Cuando reviso el teléfono, encuentro muchos mensajes de texto, llamadas perdidas y correos de voz. Tengo flojera pasar a escuchar los correos de voz aunque son solo tres. Reviso las llamadas y hay una de Harry, dos de Laura y cuatro de Sydney. No tengo humor para ponerme a llamarle a cada uno de los que intentaron contactar conmigo en el trascurso en que estuve dormido-medio muerto. Quizá con Sydney, pero es que quiero saber cómo está ella.

Late for Love | niall horanWhere stories live. Discover now