Capítulo 38

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"Palabras"





"Deberás ser un terrible desastre, pero cariño, la manera en que tratas de poner tus piezas juntas, la manera en que te sostienes fuerte a la cama cada noche, la manera en que haces todo solo para mantenerte en tu lugar, es absolutamente la cosa más hermosa en el universo."

(Lukas W., Fixing Yourself)




Me miro en el espejo, cuidando cada detalle. Me sonrío, incitándome a estar segura de que esta es una buena idea, motivándome a salir de la habitación del hotel y buscar un taxi para ir al bar. Sarah ha estado investigando en internet; me ha dado una lista con los lugares que, según personas en la red, Niall Horan suele visitar en Los Ángeles. Mi misión es acudir a cada uno de ellos hasta encontrarlo, aunque bien podría llamar a su teléfono y pedirle vernos, Sarah ha llevado todo a un nivel más dramático.

Estoy haciendo esto cuando antes no tuve el valor de llamarle.

Qué ironía.

Ni siquiera sé en qué momento accedí a hacer todo lo que ella me ha propuesto hacer.

El calor de Los Ángeles se pega en mi piel desde que cruzo la puerta de cristal para ir al exterior. En frente del hotel hay un pequeño restaurante y a su lado otro tipo de establecimientos que no reconozco en la noche. Camino hacia el extremo de la calle con mis zapatos de tacón haciendo ruido al caminar, mis manos están firmemente apretadas en mi pequeña cartera y de vez en cuando una de ellas va hacia abajo en mi vestido, para comprobar que no ha subido más de lo necesario.

Mientras estuve viviendo aquí, raramente me vi en la necesidad de utilizar el transporte público. El lugar que había conseguido para vivir por mi cuenta era muy cercano a la escuela y cuando me mudé con Adam él siempre insistió en llevarme y recogerme, como una manera de tenerme bajo su control a pesar de que en ese tiempo yo lo veía como un acto amable que cualquier novio haría. Pero por supuesto, no lo conocía del todo. Así que antes de salir de la habitación del hotel memoricé el trayecto hacia el bar. Está lejos y no me queda otra alternativa que utilizar un taxi, por más nerviosa que eso me ponga. Mi mente comienza a trabajar en las posibilidades de volver al hotel y fingir con Sarah, pero no puedo permitirme hacerlo y tomo el primer taxi que aparece, le digo al conductor el lugar al que quiero ir y no me pasa desapercibida la mirada que me da. ¿Por qué todos me miran de esa manera? ¿Tan notable es mi locura?

Quizá solo es el vestido.

El hombre se detiene una manzana antes de la ubicación exacta del bar y me dice que es poco probable que tenga oportunidad de entrar, ya que es un lugar muy concurrido por gente de clase alta. Me encojo de hombros, limitándome a pagar lo que corresponde para después encontrar la manera de escabullirme en la línea de gente que espera por un espacio para esta noche. Son las once de la noche, no creo que tengan oportunidad esta ocasión.

Acomodo mi cabello y lo lanzo hacia atrás, después camino a un lado de la línea de personas mostrándome tan presumida e inalcanzable, sintiéndome una propia estrella. Los escucho quejarse y murmurar insultos cuando notan mi intención, sin embargo había olvidado tanto el placer de llamar la atención y lo bien que se siente llenar tu ego de vez en cuando. Probablemente me veo como una ridícula, lanzando mis piernas al caminar como las modelos en las pasarelas y fingiendo que nadie más existe. Me detengo frente al guardia y lo miro una sola vez de abajo hacia arriba para fijar mi vista en sus ojos.

Late for Love | niall horanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora