Pizza y una llamada no deseada

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Siento mucho calor en el cuerpo alrededor mío, lo que causa que ya no pueda dormir más. Abro mis ojos lentamente y los dejo entrecerrados hasta que finalmente me encuentro totalmente despierta. Miro a mi alrededor y veo que la habitación está en completa oscuridad. Qué hora es?

Miro a mi lado e  inmediatamente me puedo dar cuenta el porque me hacía calor: William me tiene envuelta entre su cuerpo. Su brazo reposa en mi cintura y tiene mi torso bastante pegado al suyo; y su pierna derecha se encuentra encima de las mías. Intento moverme un poco para liberarme de su agarre con cuidado de no despertarlo, pero apenas lo hago, me aprieta y me apega nuevamente a él.  Es imposible levantarme.

Intento una vez más pero obtengo el mismo resultado. Estiro mi mano lo más que puedo hacia la mesita de noche para tomar mi celular, y cuando finalmente logro agarrarlo, lo prendo. Espero hasta que reaccione y todas las notificaciones lleguen y luego respondo y veo a cada una de ellas.  

Miro la hora: Son las siete de la noche. Dios, nos habíamos dormido todo el día? Aunque no quiera hacerlo, no me queda otra alternativa que despertarlo. Me giro hasta quedar de frente a él, con su rostro a solo centímetro del mío.

Cuándo había sido la última vez que había despertado a su lado? Había olvidado lo bien que me hace sentir, y lo feliz que me siento estando con él. Si él no me hubiera consolado, probablemente seguiría llorando deprimida en mi departamento. Se portó tan dulce conmigo, realmente se lo agradezco. Además, las cosas que me dijo fueron realmente hermosas.

Luego de observarlo unos cuantos minutos más, decido que es hora de levantarnos. No solo porque es de noche, sino porque muero de hambre, y si no me deja pararme no voy a poder prepararme algo de comer.

-William- digo con un tono no muy alto para no asustarlo mientras acaricio su rostro con una de mis manos.- William, despierta.

Se mueve un poco y produce un suave gruñido a manera de protesta y continua durmiendo. Parece un niño pequeño que no quiere levantarse para ir al colegio, e imaginármelo así me causa risa. Dejo de reír y luego comienzo a dejar suaves besos en su rostro para despertarlo, y finalmente lo logro, ya que abre sus ojos.

-Que linda manera de despertar- dice sonriéndome. -Lo extrañaba.

-Yo también- admito sonriendo tímidamente, sintiendo como mis mejillas se ruborizan.

-Qué hora es?- me pregunta.

-Siete de la noche- respondo, y el abre sus ojos sorprendidos.

-Vaya, se nos pasó el día durmiendo- habla y suelta u suspiro mientras me mira a los ojos- Te sientes mejor?


-Me siento mucho mejor, gracias- digo y planto un suave beso en sus labios. - No sé que hubiera hecho sin ti.


-Me alegra el haberte ayudado.

Iba a continuar hablando, cuando un sonido parecido a un rugido proveniente de mi estómago nos interrumpió. Llevo mis manos a ese lugar y lo cubro mientras ambos reímos.

-Se nota que tienes hambre- dice William una vez que deja de reír.- Levantémonos y vayamos a la cina para que te prepare algo.

Dicho esto, se pone de pie y camina hacia la silla de su escritorio en la que se encuentra la ropa que estaba usando antes de que durmamos. Se pone solamente el pantalón de mezclilla, quedándose sin camiseta.

-Voy yendo a la cocina para empezar a cocinar, no te tardes si?

Asiento sin dejar de admirar su trabajado torso. Él se da la vuelta y sale de la habitación dejando la puerta abierta detrás suyo. Acomodo mi cabello y luego me levanto de la cama para después hacer mi camino hacia la cocina.

Cuando llego a esta, veo que el mesón está lleno de ingredientes esparcidos sobre éste: Harina, levadura, aceite, orégano, queso, jamón y tomate. Observo a William por un momento apoyada en el umbral de la puerta mientras él termina de acomodar todo. Cuando se da cuenta de mi presencia, levanta la vista y me sonríe.

-Amo como te ves con mis camisetas puestas- me dice con un tono coqueto mientras me observa de pies a cabeza.

-Gracias- respondo, tratando de ocultar el rubor de mis mejillas.- Y, que vamos a cocinar?

Señalo el mesón cambiando de tema y él parece no haberse dado cuenta, porque me sigue la corriente.

-Una deliciosa pizza casera- contesta, y la verdad es que la idea no me puede parecer mejor.

Me acerco hacia él e inmediatamente empezamos a cocinar.

Primero preparamos la masa con la harina, el aceite y la levadura. Cuando esta ya está lista, la amasamos y le damos a forma deseada. Antes de continuar, ponemos a precalentar el horno y continuamos con la preparación. Preparamos la salsa de tomate y la esparcimos sobre toda la masa. Seguidamente, ponemos el queso, el jamón y el tomate. No hay nada más que hacer, así que ponemos la pizza en el horno y esperamos diez minutos hasta que esté completamente lista.

La sacamos del horno y tengo que admitir que se ve realmente bien. Mientras William la lleva a la mesa usando unos guantes de cocina para no quemarse, yo saco los platos, cubiertos y vasos que necesitamos para comer y los acomodo en la mesa. Cuando ya está todo listo, nos sentamos lado a lado y empezamos a degustar nuestra comida.

-Dios, está riquísima- digo luego de terminar de tragar el primer pedazo.

-Así es- concuerda William dándole otra feroz mordida a su pizza, jalando un poco del queso derretido y cortándolo con sus dientes.

La cena es acompañada por nuestra charla. No nos callamos en ningún momento, y hablamos de todo un poco. Prácticamente nos ponemos al día con lo que ha sido nuestra vida durante este tiempo que estuvimos separados. 

A ambos no ha ido muy bien en la universidad. Nuestras notas son bastante altas y no estamos atrasados con ninguna materia. Nuestra rutina había continuado siendo la misma, pero según él la había pasado horrible sin mi. Todos los días se la pasaba deprimido, y no dejaba de pensar en nosotros en ningún momento. Yo admití que, aunque haya estado de novia con otro chico durante esos meses, también la había pasado mal y había sufrido por estar separados. 

Luego de sincerarnos, continuamos hablando de temas triviales y nos contamos ocasionales bromas. Disfrutamos de nuestra compañía, solo él y yo, tal como lo habíamos hecho en los viejos tiempos. La manera en la que me miraba y me prestaba atención mientras yo hablaba me hacía sentir de una manera inexplicable. Me hacía sentir querida y completa por primera vez en mucho tiempo, y realmente había extrañado sentirme así.

En eso, fuimos interrumpidos por el sonido de mi celular, que se encontraba en el mesón de la cocina. Dejé que suene sin darle importancia hasta que la llamada terminó, pero minutos después este volvió a sonar, por lo que decidí que lo mejor era contestar y ver de quién se trataba.

Me excusé con William y me levanté de la mesa para luego ir en pos de mi teléfono y contestar. Miré el identificador de llamadas y el teléfono que había marcado mi número no estaba registrado en mis contactos. En la pantalla se leía: ''Número desconocido''.

Esto me parece muy extraño. No tengo idea de quién puede ser, pero no puedo quedarme con la duda. Deslizo mi dedo a través de la pantalla para contestar y llevo el teléfono a mi oído:

-Hola, quién habla?

-Hola Skylar, cuanto tiempo.

El escuchar esa voz hace que todo dentro de mí tiemble y el miedo invada todo mi cuerpo. Pensé que jamás volvería a escucharla. Esto tiene que ser una broma.



Sin vuelta atrásWhere stories live. Discover now