5. No es burdel de prostitutas, es un burdel de telas

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—Te escuché contar a Thiago que Garay interrumpió la caravana de ayer.

—Lo hizo.

A veces, cuando platico con mi padre sobre lo poco que sé del movimiento rebelde, él me permite hacer preguntas.

—Es tan insensato —se queja—, pero lo necesitamos.

Es mi oportunidad: —Yo podría hacer más por el partido si me lo permitieran.

—No.

—¿Por qué soy mujer?

—Nada de eso. Pero admito que preferimos que sólo tú, Moria y Kire ayuden al Partido.

—Pero Moria es espía, les entrega información valiosa. Si confiaras un poco más en mí...

—Elena...

Escucharle decir que no me duele. —¿No puedes confiar en mí?

—Confío en ti y también depositaría mi confianza en alguien que sea de tú confianza. Pero ya te arriesgo suficiente.

—Papá...

—Tu madre tiene razón.

—Es la primera vez que dices eso.

Él se detiene en seco y me toma por  los hombros para que le mire a los ojos:

—¿Sabes cuan agradecidos están contigo los miembros del Partido?

—Sólo llevo comida a sus esposas.

—¿Sólo? No desmerites tu trabajo, Elena. Gracias a ti, hombres valiosos son parte del movimiento. Ellos no pelearían lejos de casa si sus esposas e hijos no fueran alimentados.

Pero yo podría hacer más. Sé luchar. No tengo miedo de arriesgarme. Soy más valiente que muchos hombres que conozco.

—Tampoco quiero ir a Roncesvalles.

Quiero ayudar.

Él niega con la cabeza: —Elena...

—Por favor.

—Ya hablamos de esto.

—Es sólo un mes.

Mi familia se va a Roncesvalles en una carreta que parte hoy, pero la siguiente se va en un mes. Por lo menos quiero irme en esa.

Si no estuvo de acuerdo con lo primero, posiblemente ceda con esto.

—Supongo que lo único que puedo hacer por ti es retrasar tu partida.

Lo abrazo. 

—Gracias, papá.

—Pero te irás de Bitania en la siguiente carreta que parta hacía Roncesvalles —me advierte. 

Y eso fue todo lo que conseguí después de rogarle durante semanas.

No digo nada. Cuando era niña esperaba paciente a que él terminara de ensillar los caballos y me permitiera montar alguna yegua. De esa manera, con el tiempo, obtuve mi propio caballo. Paciencia, Elena.

Me gustaría hablarle a mi padre de Gio y de la relación que tiene él con la familia real. Lo pensé y yo podría aprovechar eso y espiar. Pero sé que él no me lo permitiría. Antes de conseguir un ascenso en el Partido tengo que demostrar que yo puedo. Porque sé que cuando se dé cuenta de cuan valiosa soy, me permitirá ayudar más.

—¡Quiero quedarme con Elena! ¡Papá, por favor! 

Contrario a mi paciencia, Thiago no se calla hasta sacar de quicio a todos.

Crónicas del circo de la muerte: Reginam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora