60. La Rosa

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Este es uno de mis capítulos favoritos ♥

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Wes huye de mí al día siguiente, por lo que cuando no paso mi tiempo llorando por Thiago, platico y juego cartas con Alan, Dekan, Mael y Claudio. Aún así, quiero saber quién es el hijo de Wes y por qué me acusa de haberle roto el corazón.

En el Cenicero hay tres puertas, una lleva hacia el perímetro de las celdas, otra al servicio sanitario y la última al palomar, dónde también están las jaulas de algunas fieras que exhiben durante Reginam. Camino hacia esta y finalmente consigo acorralar a Wes en una jaula.

-No deberías estar aquí -me advierte-. Los animales no te conocen.

-¿A ti sí?

-A la mayoría le he visto nacer, crecer, sufrir... incluso morir. Me reconocen.

Echo un vistazo a las jaulas cerca mío, en estas duermen plácidamente animales que vi en Reginam.

-¿Eres el encargado de los animales?

-No oficialmente, pero si no soy yo, ¿quién ve por ellos? Mas no tengo privilegios... También soy prisionero.

Wes entra a la jaula de una de leona mientras yo le espero fuera.

Tampoco soy tan valiente.

-Siéntete dichosa de presenciar el milagro de la vida -dice, haciéndome una seña con la mano para que me acerque. La leona está pariendo una cría-. Hermoso, ¿no?

En realidad, sí. Por vivir en el campo he visto parir a vacas, yeguas y más. Pero una leona es inusual.

-Aunque... estos animales dan miedo -digo, mirando de reojo las jaulas junto a la de la leona. En la que está frente a esta, hay un león.

-Ellos también te temen -dice Wes-. Por lo mismo, si invades su espacio se defenderán. Te pido que no los veas con odio, porque todos ellos -Señala una por una las jaulas- también son víctimas de Eleanor.

Comprendo eso. Recuerdo que Gio comentó que narcotizan a los animales para que enloquezcan a la hora de salir a la Arena de la Rota.

-El que está detrás de ti es mi favorito -continua Wes, sonriendo con ternura y sigo la dirección de su mirada-. A ese león lo cuidé desde que era bebé. Lo bauticé: Glotoncito.

Glotoncito.

Giro sobre mis pies para observar mejor al león. Impresionante. Estoy segura de que es el mismo león que vi en la Rota, aunque hoy no luce tan feroz. Incluso está moviendo su cola. Glotoncito. Sonrío.

Pero no vine a hablar de animales o juicios morales.

-¿Quién es tu hijo, Wes? -pregunto, sin preámbulos.

-¿Quién es? ¿Pues a cuántos les has roto el corazón, niña?

Vadir. Garay. Baron. Gavrel... quizá. A ellos que yo sepa. Intento hacer un listado en mi mente pese a que me ofende que Wes piense que soy algo así como una mujer fatal.

-Es que no estoy segura de si hablamos o no de la misma persona..

Y tengo curiosidad.

-Mmm... -Wes lo piensa un poco sin dejar de mirarme-. ¿Qué tan buena eres escuchando historias? -quiere saber.

¿A qué viene eso?

-Mi abuelo y mi padre me narraban leyendas todo el tiempo.

-¿Qué tipo de leyendas?

Crónicas del circo de la muerte: Reginam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora