17. Entre hermanos

24.5K 4.5K 1.3K
                                    

No he dormido bien. Los gritos de la reina me despertaron anoche. La mujer tiene pesadillas que la hacen salir de su cama. ¿Cuán terrible es eso? Al principio me asusté, pero Marta dice que me acostumbraré. Me pregunto qué tipo de pesadillas tiene la reina. Pese a eso, todo está más o menos bien.

Gio viene seguido al castillo, tal como lo prometió, y afortunadamente, también recordó que necesitaré zapatos y vestidos; así que me trajo varios, todos sencillos, pero presentables, la mayoría color blanco o verdemar. Estos son tus colores, Elena, sentenció.
Le entregué una carta que escribí para Sigrid y Thiago. Isobel prometió que la respuesta me la traería un mensajero del castillo. Espero.

De momento me siento melancólica... y sola. Porqué aunque Gio ha venido —rezando al Padre que de la nada aparezca Sasha— siempre se tiene que ir y la mayor parte del tiempo que está conmigo tengo que escucharle hablar de Sasha. No es justo. Conozco a Sasha mejor que a cualquier otra persona en Bitania. También me rogó preguntarle a Marta qué hacer para encontrarse casualmente con Sasha.

Sasha. Sasha. Sasha. A veces quiero abofetear a Gio.

Izquierda. Derecha. Izquierda. Derecha.
Me pregunto que estará haciendo Thiago mientras yo bordo este maldito vestido...
Izquierda. Derecha. Izquierda. Derecha.
Aún no sé nada de Kire...
Izquierda. Derecha. Izquierda. Derecha.
Garay me debe una moneda de plata. Estoy segura. 
Izquierda. Derecha. Izquierda. Derecha.
Ojalá Sigrid me envíe alguna carta de mi padre...

Alguien toca la puerta y abre de inmediato. Al menos esta vez sí tocaron.
Es Marta.

—¿Por fin me contarás cómo conociste a Dekan? —le pregunto.

—No —Se ve triste—. La princesa Isobel me envío por ti. Te invita a tomar el té con ella... en su habitación —agrega, señalándome la puerta.

Ah, quiera que la siga.

—¿Y por qué estás triste?

—Hoy no tengo mucho que hacer, quería que pasaremos la tarde juntas.

Me halaga. No estoy acostumbrada a que alguien quiera pasar el tiempo conmigo. Es raro, pero se siente bien.

—Voy a estar al menos quince días aquí, estoy segura de que habrá tiempo para eso.

Camino a la habitación de Isobel nos topamos con Sasha y con Gavrel, que están juntos, platicando, como siempre. Bajo mi mirada cuando paso junto a ellos, pero Marta hace una reverencia. ¡Ay, no! ¿Por qué siempre tengo que olvidar hacer eso? Sasha se carcajea cuando nos alejamos. ¿Qué pasa?
Me vuelvo un poco para ver qué es, pero no entiendo nada. ¿Se habrá reído de mí? ¿Fue por qué olvidé humillarme frente a ellos? ¿Por qué me importa en cualquier caso? Príncipe diota.

Marta me deja a solas con Isobel, que me pide tomar asiento y servirme té.

—Lamento no visitarte ayer ni hoy por la mañana —se disculpa—. Ayer regresé tarde al castillo y con la sorpresa de que ya estabas en tu habitación.

Ella quiere que le cuente qué paso.

—Fueron por mí.

—Menos mal porque estaba preocupada —Parece sincera. Tengo que aprender a confiar en Isobel—. A partir de hoy puedes ir o venir a tu habitación cuándo lo creas conveniente, ¿de acuerdo?

—Gracias, Alteza.

—Hoy también he estado ocupada, tuve que hacerle compañía a Farrah porque se siente indispuesta —suspira—.Dice que le afectó la caminata de ayer.

Crónicas del circo de la muerte: Reginam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora