27. Gio tiene nuevo asistente

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Gavrel visitaba la biblioteca por las tardes, siempre, sin falta... hasta hace tres días. Incluso Sasha sigue viniendo a buscarle pensando que está aquí.
Pero ya no viene. No he vuelto a ver a Gavrel desde lo que pasó en el Salón del trono.

Marta ha escuchado rumores. Algunos dicen que el príncipe se fue de cacería, no obstante, excepcionalmente, los soldados que siempre le acompañan esta vez no fueron con él. 

Es la hora de la comida. Marta viene puntual.

—Sé dónde está —dice, antes que nada.

—¿Quién?

—El príncipe Gavrel.

Desde que platiqué a Gio y a Marta las dos versiones de lo que sucedió en el Salón del trono, ambos, me mantienen al tanto de lo que hace Gavrel. Sobre todo Gio, a quién sólo consigo distraer u obligarle a cambiar de tema al preguntar por Sasha.
Por lo menos prometió no decir nada a Mina.

—¿Y dónde está?

—El Monasterio. La condesa de Vavan sonsacó al obispo para que le dijese la verdad. Por bocaza ahora él está en el Salón del trono con la reina.

—¿El obispo también le tiene miedo a la reina?

Eleanor impone su voluntad a los hombres del Padre. No debería sorprenderme.

—El pobre hombre sale hecho un manojo de nervios cada que habla a solas con la reina.

Todos, Marta.

—¿Dónde está el Monasterio?

Tengo curiosidad. He escuchado hablar de este por el Monje rebelde, incluso he visto otros monjes; pero no estoy segura de saber exactamente dónde está el lugar.

—Es otra isla aquí mismo en el lago —explica Marta. Entonces es cierto...—. Casi la puedes ver desde mi ventana.

Sabía que hay tres islas en el lago Leuven: La gran isla y la isla de las viudas son dos. Me faltaba confirmar si el Monasterio es la tercera.

—Desde la habitación de la princesa Isobel se puede ver la isla de las viudas —recuerdo.

Marta se entumece al escuchar mis palabras. —Ese lugar es triste. Una vez acompañé al ama de llaves a llevar un encargo a la guardiana —Lo dice como si le doliera recordar—. Pero eso ya no importa. El Monasterio está del otro lado.

—¿No es gracioso? —río—. Al este hay una isla repleta de hombres vírgenes y al oeste una con viudas desamparadas.

Marta me da una mirada impaciente. Ella quiere seguir hablando de Gavrel. Tengo que dejar de interrumpirla a propósito.
Quizá no debí contarle...

—No es la primera vez que el príncipe Gavrel se enclaustra en el Monasterio —dice—. Lo que nos parece rarísimo es que ya pasó mucho tiempo desde la última vez.

—Quizá Eloísa dijo la verdad y el príncipe necesita confirmar su castidad —opino.

Aunque no sé si se puede hacer eso. ¿Por qué una persona se enclaustra en un Monasterio?

—Sería la primera vez que Eloísa dice la verdad. Aunque tiene sentido.   

—Quizá el príncipe Gavrel quiere ser monje —continuo divagando. Tengo la cabeza hecha un lío últimamente.

—¿Puede ser monje y rey a la vez?

—No lo sé. Aunque no creo que pueda cancelar su boda.

—No —confirma Marta—. Dekan escuchó decir a Malule que la unión del príncipe Gavrel con Lady Farrah es importante para conservar un aliado importante de Bitania.

Crónicas del circo de la muerte: Reginam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora