54. Contemplando lo ridículo

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HEDDA

Siento asco al darme cuenta de lo que tengo que ser testigo. Sasha acaba de entrar al Salón de banquetes montado sobre un elefante, un elefante disfrazado de payaso y sosteniendo una guitarra eléctrica rosada sobre su regazo. El príncipe podrá ser valiente por atreverse a retar a su madre, pero le gusta ser el centro de atención y rozar lo ridículo. Eleanor, Jorge y Gavrel, a pesar de mostrarse avergonzados por semejante espectáculo, le permiten esto y más. Esto y más es la familia real.

El salón está decorado con enormes copas de vidrio rebosantes de champagne rosado, además de globos, serpentinas y luces de colores que instaló Macabeos por orden del que ahora llamó príncipe bufo. A Macabeos le tocó estar de guardia en el salón para que ninguna luz o videocámara falle, a mí, por otro lado, me tocó ser la esclava del cuarto de control. 

Miro de reojo el botón que podría cambiarlo todo. El botón que envía al resto del reino la señal en vivo. Si me atreviera a presionarlo, la gente en el Callado se daría cuenta de tal despilfarro, pero Macabeos me rogó ser sentada hoy. Lo único que debo hacer, a mi pesar, es grabar todo esto para la posteridad y más nada. Más nada.

Aunque admito que tengo muchas ganas de seguir viendo hasta dónde pueden llegar los más "nobles" de este honorable reino.

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Estoy sudando...

¿Se sienten tan nerviosos como yo?

Tomemos en cuenta varias cosas antes de leer lo siguiente: Elena está fuera de si y quiere justicia. 

 

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Crónicas del circo de la muerte: Reginam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora