009.

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– ¿Cuál fue tu primer tatuaje?

Jimin y Jungkook iban caminando por la calle de vuelta a la casa del último. Eran casi las cuatro de la mañana por lo que ya no había ni un alma en pena afuera. Prácticamente estaban solamente ellos dos caminando sobre la acera.

Habían logrado mantener una conversación medianamente decente entre la comida y la caminata. Aunque Jimin seguía nervioso por miedo a decir algo que le molestase a Jungkook, debía admitir que ahora se sentía más cómodo y parecía que el contrario también.

– Un reloj de arena en mi brazo izquierdo –contesta Jungkook–. Creo que me lo hice a los trece.

Jimin se quedó pensativo, ahora notaba que esa valentía que emanaban de la presencia de Jungkook no era algo que se formó a base de su apariencia. Para ser capaz de tatuarte a los trece años sin remordimiento alguno a Jimin le parecía ser un chico con muchas agallas y deseo con todo su ser haber sido así también.

– ¿Duele mucho? –sigue preguntando porque el tema de los tatuajes era un mundo totalmente nuevo para él.

– Es un dolor soportable o nadie se haría tatuajes –indica Jungkook encogiéndose de hombros–, pero no todos tenemos la misma tolerancia.

– Supongo que tu ya estas acostumbrado, pareces estar lleno... 

– A veces me quedo dormido en las sesiones –dice Jungkook y Jimin lo mira sorprendido–. Ya se me hace muy habitual el dolor de la aguja, además el chico que me tatúa tiene el tacto suave.

– ¿Eso es posible?

– Claro que sí. O quizá yo soy el raro.

Jimin se tapa la boca y se ríe. Se le hacía tan extraño que alguien como Jungkook se encontrase justo a su lado, hablando como si nada y bromeando. Ni siquiera sabía que era posible interactuar con el sin salir lastimado, Jungkook era bastante conocido en la escuela y no precisamente por ser una persona pacifica.

Los profesores catalogaban a Jungkook como un caso perdido o sin futuro. Ni siquiera trataban de corregirlo si se ponía a hacer cualquier cosa en medio de la clase porque no les interesaba ni un poco. Jimin siempre veía estas situaciones a lo lejos y pensaba que al menos alguien compartía ese rechazo que le daban a el todos los días sus maestros, mirando hacia un costado sin detenerse si alguien comenzaba a lastimarlo. 

La diferencia era que Jungkook sabía defenderse solo y Jimin no.

– ¿Y tu diseñas tus tatuajes? –esta vez el peli-morado habla mientras mete las manos en su chaqueta a causa de la fría brisa que se hizo presente.

– Es un trabajo en conjunto, yo dibujo lo que me gustaría y Namjoon se encarga de adaptarlo a mi cuerpo.

– ¿Es tu tatuador?

– Sí, el único que me ha tatuado en realidad. Fui su primer lienzo humano y tuve suerte de que el maldito tuviese un talento innato.

Jungkook recuerda lo nervioso que estaba por su primer tatuaje. Estuvo practicamente todo el día debatiendo entre si debía hacerlo o no, más que mal, existía la enorme posibilidad de que todo resultará en un fiasco y tuviese que cargar con un maldito error en su piel el resto de su vida. Pero Jungkook no era de los que se arrepentía con facilidad y gracias a los azares del destino se gano una obra de arte en su cuerpo que aún llevaba con orgullo.

– ¿Puedo verlo?

Jimin lo miraba con carita de gatito herido y Jungkook se sientió muy extraño. No era de los que les gustaba mostrar cosas tan personales como sus tatuajes, la mayor parte del tiempo usaba chaquetas pero cuando el calor era mucho llevaba camisetas que dejaban ver los dibujos de tinta. Cada uno de ellos contaba una historia y en conjunto eran la vida de Jungkook echa arte.

Agridulce ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora