047.

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Cuando crees que todo esta bien y que lo peor ya ha pasado siempre sucede algo que te trae de vuelta a la realidad, sin miramientos ni un poco de piedad, todo cambia tan rápido que ni siquiera te da el tiempo suficiente como para cuestionarte el por qué las cosas son así y si alguna vez el destino cruel dejaría que fueses feliz.

Jimin se sentía así.

Se encontraba en ese estado donde todo sucede de manera borrosa desde hacía horas. Recuerda estar terminando de cepillar a Baekdu cuando el teléfono suena y el nombre de su madre ilumina su pantalla. De inmediato pensó que la mujer le preguntaría si llevaba algún postre para la cena de los que compra en la pastelería favorita de ambos, pero apenas escucha la voz temblorosa de Youngmin se da cuenta de que las cosas van mal. Muy mal.

—No sé de donde salió, no sé por qué lo hizo —susurraba su madre mientras las lagrimas caían contra el microfono del móvil—... El no dejó que me atropellaran... Jungkook ocupó mi lugar.

Agregó que lo habían ingresado al mismo hospital donde los atendieron el día de la golpiza y Jimin no espero a recibir más información antes de salir corriendo por la puerta sin siquiera preocuparse del frío abrumador que caía lentamente sobre la noche en la ciudad. Su mente se había vaciado y en su lugar solamente estaba el rostro de Jungkook. Tenía miedo, el mismo miedo que le inundó al momento de verlo inconsciente a su lado cuando en la escuela los acorralaron para golpearlos. Era el terror que podía sentir una persona cuando sabía que podía perder a quien amaba en ese mismo instante. Jimin siempre había deseado en su fuero interno jamás volver a sentir algo parecido, porque la opresión que tenía en el pecho le ahogaba a tal punto que si no corría rápido sentía que desmayaría antes de llegar al hospital.

Así que corrió, corrió y corrió.

Su brújula interna fue la que hizo el trabajo de llevarlo hasta el lugar, ni siquiera recordaba que calles tomó para llegar hasta allí y poco le importaba. Cuando vio las enormes puertas del hospital las abrió de par en par y se dirigió a una enfermera para que le diese la información de Jungkook y su madre.

— Los acaban de ingresar —informó la mujer de la manera más suave posible—, debes esperar unos momentos antes de verlos. ¿Quieres un vaso de agua con azúcar mientras tanto?

Negó con la cabeza. Solo quería ver a Jungkook.

Las salas de espera de los hospitales eran un verdadero infierno, sobre todo en el sector de urgencias. Todo el mundo tenía cara de preocupación y algunos de profunda tristeza. Estar en un lugar así era la peor manera para calmar la histeria que Jimin sentía en ese minuto, porque parecía que el sentimiento solo crecía para hacerse colectivo. Le incomodaba y el hecho de que el tiempo pasara lentamente en las manillas del reloj hacía todo, menos ayudarle.

Dos horas después de que llegase vio a su madre salir de la sala donde atendían directamente las urgencias. Un parche blanco le cubre la mejilla y cojea un poco al caminar. Rápidamente le ayuda a sentarse sobre una de las sillas de plástico y se agacha frente a ella para acariciarle una de las manos. Se sentía mejor al verla completa, sin nada grave de por medio, pero la angustia aún no abandonaba su cuerpo.

— ¿Qué ha pasado? —Pregunta porque apenas tiene claro lo del accidente.

— Me ha salvado —contesta su madre—, ni siquiera se detuvo a pensarlo.       

Escucha el relato de la mujer con atención y aún así quedan preguntas en su mente. ¿Qué hacía Jungkook cerca del trabajo de su madre? ¿Es que acaso no se dio cuenta que podía perder la vida lanzándose contra el automóvil como si nada? ¿Por qué se sacrificaría después de que le abandonó aquella vez en el hospital solo con una nota de por medio?

Agridulce ◆ Kookmin ; 국민Where stories live. Discover now