28: Mi corazón se detuvo.

69 9 1
                                    

Estaba mirándome fijamente, pendiente de mis movimientos.

Parecía que que ataba anclada al piso y a pesar de que mi cerebro gritaba y sonaba las alarmas de que estaba en peligro, gano la parte ilógica de mi.

La que cambiaba las leyes convirtiéndolas en simples palabras vanas y sin significado.

Para mí, nada tenía sentido, así que sería hipócrita pensar en ser racional ahora cuando nunca antes lo había sido.

Me acerque lentamente, las hojas secas crujían bajo mis botas llenas de lodo.

Era irónico estar aquí, tantas veces que me había advertido que me alejara de el y aquí estábamos. El sabía que nunca me alejaría, que no podía apartarme de él por más peligroso que fuera.

Mi curiosidad había ganado ante todo.

De un momento a otro pude escuchar lo que el sentía, dentro de mi. Miedo.

Estábamos bajo cero y el no tenía camisa, sus pantalones estaban rasgados. Supongo que perdió su ropa en la pelea que acababa de tener.

Puse mi mano en su hombro fuerte y se me pusieron los vellos de punta. Su piel siempre había sido muy fría, pero ahora parecía más profundo que eso.

No se movió, se quedó de rodillas en el suelo mirando a la nada y teniendo miedo de mi.

¿Como podía haber sido tan tonta y pensar que el podía lastimarme?

Él siempre estaba ahí, pero no para hacerme daño, si no para salvar me, de mi misma.

Me arrodillé delante de él y puse ambas manos sobre sus frías mejillas intentando calentarlo, des enfriarlo.

Pero no solo su piel, si no su corazón, su alma, su es que poseía una.

Y lo bese.

No podía evitarlo, había soñado con este momento desde que lo vi.

Me estremecí cuando sus fríos labios hicieron contacto con los míos, estaban tan frío y los míos calientes.

De un momento a otro me sentía una inexperta, no sabía que hacer, como si fuera mi primer beso y claramente no lo era, pero me sentía así de tonta.

Incline mi cabeza y bese su labio inferior rogando por que me respondiera.

Acaricié con las yemas de mis dedos su rostro y baje hasta ponerme en su cuello y entrelaze mis manos detrás de él.

Mi corazón dió un vuelco cuando su boca de movió sobre la mía como si el estuviera despertando de un profundo sueño.

Entre abrí los labios cediendole el completo control. Y vaya que si lo tomo.

Su mano cobro vida al fin y la puso en mi nuca presionando nuestros labios tanto que creía que íbamos a fucionarnos. Su otra mano se hizo puño en torno a mi chaqueta acercando mi cuerpo al suyo.

Estaba flotando, volando y explorando. Era maravilloso, espléndido y no había nada igual.

Nuestros labios danzaban juntos y sentí como si estuviera probando una exquisita droga, sólo queriendo más y más.

Me separé de el cuando recordé que tenía que respirar pero él no tenía intención de dejarme ir, mordió mi labio inferior y yo como tonta que era solté una risita estúpida.

Presioné mi frente contra la suya agarrando todo el aire que me era posible y no morir.

Mi pecho subía y bajaba al ritmo de mi corazón desbocado.

Alas y sangre (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora