36: Pijamada

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-¡Papa, ya me voy!- Grite agarrando el pomo de la puerta abierta con mi mochila colgándome del hombro.

Papa bajo corriendo las escaleras con su bata del hospital puesta y su maletín. Se detuvo en el sillón para abrocharse los zapatos blancos de doctor, cuando termino se enderezo y me regalo una sonrisa.

Estaba demás decir que él se lavaba los dientes después de cada comida.

-Cuídate mucho, ¿anotaste bien mi teléfono?- Rodee los ojos con una sonrisa.

-Si, papa.-

-¿El numero de emergencia? ¿Llevas lo necesario?-

-Tengo todo, no te preocupes. Me he quedado sola en casa muchas veces...-

-Solo que esta vez será en otra casa.- Me interrumpió con un gesto de preocupación. Hoy me iba a quedar el fin de semana en la casa de Anna y claro que papa estaba más que preocupado.

-Ya conoces a Anna y a Sam son buenos chicos y sus padres nos estarán vigilando.- De acuerdo, esa era una gran mentira ya que no conocía a los padres de esos hermanos y no sabía nada de ellos, aun.

Y claro que papa no sabía de la existencia de Allen Collingwood, ni que era un peligro para la virtud de su santa hija.

-Te quiero, cariño. Pásatela bien y cualquier cosa...-

-Y te llamo.- Complete por el parándome de puntitas para besar su mejilla limpia de impurezas. -También te quiero.-

Nos salimos ambos y él se giro para cerrar la puerta con llave.

De todas formas en estos días papa había tenido muchos heridos y por ende, mucho trabajo y si venía a casa solo era para dormir y ducharse. El trabajo de papa era muy absorbente.

Se subió a su camioneta y arranco mientras yo que quedaba ahí, viéndolo alejarse y a lo lejos un carro acercarse.

Cinco minutos después Anna estaba delante de mí con una enorme sonrisa. Con el pasar de los días nuestra relación se estrechaba más. Mientras yo ignoraba que era una vampiresa, ella ignoraba que yo era un bocadillo tanto para ella como para su familia.

-¿Lista para tu mejor fin de semana?- Pregunto batiendo sus pestañas de forma angelical.

Rodee el auto y subí por la puerta del copiloto lanzando mi mochila al asiento trasero.

-No sé porque acepte, no me he estado llevando bien con...-

-Si, con Allen. Pero no te preocupes, el está en el primer paso del amor; la negación.- Puse los ojos en blanco mientras me abrochaba el cinturón de seguridad.

-El no está enamorado de mí y yo menos de el.-

-¿Entonces para que se besan?- arranco y uso su tono de voz juguetón que me hacia arrepentirme de haber aceptado.

Iba a quedarme todo un fin de semana en casa de unos vampiros, bajo el mismo techo. No me culpen por sentir escalofríos.

-¿Y tú con Alex? No me digas que no te gusta el chico, la otra vez los vi pelearse tanto que casi se matan.-

-¿Dónde está el amor en eso?- Pregunto frunciendo el ceño acelerando, entrando al fin a la civilización.

¿Qué se le paso por la cabeza a papa al mudarse en medio de la nada?

-Del amor al odio solo hay un paso y ustedes estaban solo a medio paso de besarse.- Me encogí de hombros con una sonrisa triunfal cuando Anna se quedo abriendo y cerrando la boca como un pez sin saber que decir.

Alas y sangre (Editando)Where stories live. Discover now