30: La verdad. 2/2

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-¿Es en lo único que piensas después de todo lo que te he dicho?- Rayos, tenía razón.

Pero en mi defensa, sus besos son difíciles de no pensar. Una sonrisa apareció en su rostro y no pude evitar imitarla. Quería besarlo de nuevo.

No, eso no era correcto...

¡Quería jamás dejar de besarlo!

Sus labios eran la cosa más suave y deliciosa que había probado en toda mi vida, y la forma de moverse, besarme y...

-¡Me mordiste!- Quite sus manos de mis hombros y me toque el labio inferior en busca de alguna anomalía. -¿Ahora soy un vampiro? ¿Podré volar? ¿Me convertiré en murciélago? Porque esas cosas me dan miedo.- Empuje su hombro cuando comenzó a reírse de mi.

Me detuve de dar vueltas y vueltas para pararme delante de él, molesta. Se sentó en su cama y yo a lado de el.

-No es así como funciona. Alguien tendría que morderte tan fuerte que perforará las capaz de tu piel. Por eso tenemos colmillos, facilitan la tarea.- Se rasco la ceja en un gesto nervioso y me alegre de ponerlo de esa forma. Significaba que tenía un poder sobre el, como había dicho Gabs antes.

-¿Y cómo funciona la mordida?-

-Tenemos un veneno en nuestra sangre y al momento de morder, soltamos ese veneno que contamina la sangre de la persona que es mordida, como una serpiente. Por eso matamos a las personas antes de alimentarnos de ellas, cabe la posibilidad de que sobrevivan a la mordida y se conviertan en vampiros.- Me hice hacia atrás cuando la realidad de lo que era me golpeó duro en la cara.

Era un vampiro, que se alimentaba de sangre humana, que mataba. Acababa con la vida de las personas, así sin más.

-¿Matas gente?- No tenía que preguntarlo pero no lo quería creer. Eso no.

-Si, aunque cuando se inventó la transfusión de sangre no tenemos que hacerlo tan seguido. Solo vamos a los hospitales y la robamos.- Se encogió de hombros como si eso fuera de lo más normal.

-¿Y crees que robar es mejor?- Casi grite, alarmada con lo que me estaba diciendo. -La sangre que está ahí la necesitan personas enfermas, Allen. No puedes robar la sangre.- Me levante de la cama no pudiendo estar cerca de el. Quería correr, huir.

El era un vampiro y yo una humana.

Mi vida también corría peligro con el.

-¿Crees que mejor debería matarlas?- Dijo cínicamente apoyando sus codos en las rodillas. Me miro fijamente y me pregunté si no estaba pensando en mi sangre.

Era un asesino, un asesino inmortal. Un crimínal.

-Mi padre es doctor, la vida significa mucho para mí. ¿Qué hay de la sangre de animales?- Me cruce de brazos recordando todas las películas de vampiros que había visto.

Se levanto de la cama y avanzó hacia mí. Me quede de piedra ante su mirada y mi corazón no cabía ya en mi pecho.

-Una persona no solo sobrevive de frutas, necesita carne.- Lo último lo dijo casi en un gruñido cavernícola y detrás había una insinuación.

Me aclare la garganta y di unos cuantos pasos hacia atrás.

-¿Siempre haz vivido aquí?- Pregunte tratando de cambiar de conversación.

-No, resultaría raro que todos murieran y yo me conservará fresco como una lechuga. Ya le he dado la vuelta al mundo más de una vez.- Vaya, si que era genial ser vampiro.

-¿No te aburres? Doscientos años son...una eternidad.- Me encogí de hombros y empecé a mordisquear mi labios. Se formó una leve sonrisa en su rostro como si estuviera recordando algo muy bueno.

Alas y sangre (Editando)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt