47: Robo.

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-¡Vámonos, cariño!- Me gritó papá y bajé corriendo las escaleras terminándome de abrochar mi abrigo.

Era sábado por la mañana y me había quedado dormida, sobre todo porque no podía dormir gracias a que mis pensamientos no se estaban quietos e imaginaban una bonita relación con Allen.

Esperaba que el no estuviera dentro de mi cabeza ayer, si no sería vergonzoso.

No sabía cómo papá lograba funcionar perfectamente sin dormir, a mí me quitaban una hora de sueño y ya estaba en estado zombie.

Nos subimos ambos a su camioneta y encendí la radio abrochándome el cinturón.

A decir verdad me daba miedo estar en un auto de nuevo, y aún más con mi papá a mi lado, no sobreviviría si le pasará algo pero tenía que actuar con normalidad si no quería preocuparlo.

Allen dijo que iba a estar vigilándonos, en el buen sentido, así que me sentía un poco más segura al saber que tenía a mi guardaespaldas inmortal.

Iba a visitar a mi amigas al hospital, aún no las daban de alta. Tuve que fingir asombro cuando papá me lo dijo, pero era un alivio que el también se diera cuenta de eso, de lo contrario no sabría cómo explicarle que sabía que ellas habían tenido un accidente.

-¿Las revisaste?- Le pregunté retorciendo un mechón de mi cabello.

-Si, cariño. Las dos están bien, un brazo roto de Gaby y algunas contusiones, pero están fuera de peligro.

El me miró por un largo tiempo y fruncí el ceño sin saber porque me miraba así. Tomo mi mano entre las suyas y me sonrió casi con dolor.

-Me alegra de que no hubieses ido a esa galería de arte. No sé qué haría si te perdiera.- Mis ojos se abrieron y mi cara se congeló en una sonrisa tierna para no levantar sospechas.

¡Yo si había ido a esa galería de arte!

La idea de que Sam se metiera en su mente me hacia rechinar los dientes.

-Está bien, papá. No vas a perderme.- Mentira. Alguien quería mi cabeza en bandeja de plata y no estaba cien por ciento segura de que eso no fuera a ocurrir.

Necesitaba a un súper man.

(...)

En cuanto cruce las puertas del hospital miles de recuerdos de mi niñez volvieron a
mi mente gracias a ese peculiar olor característico de los hospitales.

Era muy desagradable ese olor, pero ya me había acostumbrado a el.

-Segunda planta.- Me indicó y asentí corriendo hacia el ascensor, pero como vi que había mucha gente esperando, mejor use las escaleras hasta llegar a la segunda planta, como había dicho papá.

Algunos doctores me saludaron como si me conocieran, pero yo no conocía a ninguno. Quizá papá les haya hablado de mi a sus compañeros y hasta les haya enseñado fotos.

Esa idea me causo escalofríos, ¿qué pasaría si mi asesino había venido al hospital y papá le dijera cosas de mi sin siquiera saberlo?

Eso era aterrador.

Habían varias camillas con pacientes heridos, vendados y con yeso en varias partes del cuerpo, unos tenían las cortinas corridas ganando privacidad.

Algunas personas me miraban al pasar y saber que ellos estaban sufriendo me causo un dolor en el pecho.

-¡Layla!- Escuche la característica voz de Gabs y sonreí al verla al fin. Estaba en una camilla al lado de Heather, está última tenía cintas quirúrgicas en el rostro y algunos cortes en los brazos.

Alas y sangre (Editando)Место, где живут истории. Откройте их для себя