45: Sueltame, idiota.

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POVAlex.

Sentí un extraño cosquilleo en mi nuca que solo estaba ahí cuando alguien me seguía y mirar por encima de mi hombro solo lo confirmó.

Vi una sombra ocultarse tras un edifico y tuve que desviarme del camino donde me encontraría con ella.

Creí que el trabajo en este pueblo iba a ser de lo más fácil, pero estaba siendo un completo dolor de cabeza.

Sobre todo ahora que tenía a alguien pegado a mi trasero todas las malditas horas y no me dejaban en paz, si tan solo se llegara a enterar, sería una gran mierda.

El cosquilleo permaneció en mi nuca durante todo el recorrido que hice hasta salir de las instalaciones de la escuela, me fui entre calles hasta dar con una esquina. Volví a mirar sobre mi hombro dándome cuenta de que mi acosador seguía detrás de mi.

Me oculté tras una esquina y agarre del cuello a la otra persona estampándola contra la pared de ladrillos.

Estuve tentado a darle un escarmiento sin importarme si alguien pudiera vernos, ya que aún era de día, pero me topé con la cara de Anita.

-¿Que tenemos aquí?- Pregunté sin soltar mi agarre de su cuello, sus pies no tocaban el suelo y al fin me sentía como si tuviera el total control sobre ella, no al revés.

-Suéltame, idiota.- Me gruñó arañando mi mano para que lo hiciera, me atravesó la piel con sus uñas dejando dos finas líneas rojas hasta que desaparecieron en cuestión de segundos.

-Primero vas a decirme porque tanto fetiche conmigo, ¿es que ya estás loquita por mi?- Pregunté burlón sabiendo que eso la haría rabiar. Me gustaba cuando se enojada, si tan solo fuera una humana ella se pondría roja como un tomate.

La sangre correría por sus mejillas, pero ahora estábamos muertos. Condenados a vivir por siempre en este miserable mundo.

-Ni siquiera lo sueñes, Alex. Eres una de las más inmundas criaturas de este lugar.- Levantó su rodilla poniéndola entre nosotros y la estiro para hacer que la soltara.

Se agarro el cuello con disimulo y me miró con odio. En realidad era una mirada sexy.

-¿Entonces porque estás detrás de mi, Anita?- Acaricié con mi dedo su mejilla y ella lo agarro retorciéndolo, hice que un choque eléctrico se transmitiera hacía ella y me soltó gritando y brincando hacia atrás. -¿No tienes nada mejor que hacer?- Le dije con irritación disfrazada.

-De hecho si. Estaba planeando ir a Inglaterra, con el líder y acusar a dos insolentes que se atreven a venir aquí sin autorización.- Me dijo amenazante dando un paso hacia mi.

Me reí de lo graciosa que se veía queriendo dar miedo.

-¿Así que la Anita es una chismosa? Oh, vamos, hay suficientes bolsas de sangre para todos.- Me miró con más odio, si es que eso era posible.

-No puedes matar a sangre fría, no puedes consumir sangre como si fueran chetos. ¡Y necesitas autorización para estar aquí!- Gritó llena de furia.

-No te preocupes, Anita. No me quedaré mucho tiempo.- Me di la vuelta pero ella uso sus poderes para apilar todas las cajas de madera y botes de basura en la única salida de ese callejón.

Estaba comenzando a perder la paciencia con ella.

-Van a convertirte en cenizas cuando se enteren.- Me susurró y acto seguido me acerqué a ella velozmente acorralándola a la pared.

-No seré el único. ¿Acaso ya olvidaste todos los demás acuerdos que nos ordena ese infeliz? No puedes relacionarte con humanos, ni ser sus amigos, ni comportarte como si fueras una porque no lo eres. ¿Acaso un siglo no es suficiente para que lo aceptes?- Le dije mirándola desde arriba, aprovechando mi altura.

-Se que no soy humana.- Fue todo lo que dijo y esa fue mi oportunidad para cerrarle la boca de una vez por todas.

-Se que odias al líder tanto como yo, Anita. Odias cada una de sus normas y como nos controla a todos creyéndose nuestro dueño. Pero por lo menos yo sí soy suficientemente valiente como para mandarlo al carajo.- Puse mi índice en su pecho acusándola.

-No vine aquí a hablar del líder.

-¿Entonces porque lo hiciste? ¿Para fastidiarme? Porque lo estás logrando.- Entrecerré mis ojos en su dirección y ella me sostuvo la mirada sin temerme en absoluto.

-Para descubrir lo que tú y esa odiosa rubia están tramando.- Gruñó empujándome para dejar en claro su punto.

¿Era normal encenderme al verla enojada y al mismo tiempo querer ahorcarla?

-¿Acaso estás celosa, Anita?- Ella se rió como si lo que dijera fuera la estupidez más grande del mundo.

-Lo estaría si me interesaras un mínimo, pero no me importaría si te quemarás en este instante.- Señaló al cielo oscurecido por las nubes y sonreí acercándome de nuevo a ella, puse mis manos a cada lado de su cuerpo encerrándola. Sin dejarle alguna escapatoria.

Medio esperaba que me diera una patada en la entrepierna, pero cuando no lo hizo solo confirme que ella mentía.

-¿En serio no te importaría?- Susurre acercándome a su rostro, ella permaneció quieta mirándome con el mismo odio, pero tampoco me aparto. Ella negó con la cabeza. -¿Y si te dijera que me estoy incendiando en este mismo momento?- Pegue mis labios a su oído y me aleje para observar su rostro que se había quedado en blanco.

Quería gritar por la pequeña victoria que había ganado contra ella. No pasaba muy a menudo, pero se sentía jodidamente genial.

-Espero que encuentres un pasatiempo para que dejes de seguirme.- Le guiñe un ojo y patee la pequeña muralla que había creado, saliendo de aquel callejón.

Está vez cuando camine deje de sentir el cosquilleo y pude dirigirme al punto de encuentro sin más incidentes de por medio.

-Llegas tarde.- Me dijo Valeri entregándome un sobre que seguramente era de ese tipo extraño con más instrucciones.

Odiaba seguir órdenes, pero el infeliz nos había prometido algo que ningún vampiro podía rechazar.

-Si, la chica Collingwood no deja de molestar.- Le respondí abriendo aquel sobre.

No sabía porque el sujeto nos enviaba cartas en vez de decírnoslo en persona, pero supongo que no quería que lo vieran rondando por el pueblo.

-Tienes que alejarte de esa mocosa, Alex.- Se quito de la pared donde estaba recargada y subió el cierre de su chaqueta a pesar de que el frío no nos hacía ningún daño.

-¿Así como tú te alejas del idiota tierno?- Le pregunté burlándome del apodo que las chicas le habían puesto a ese imbecil.

Me miró impasible.

-Solo estoy jugando con el, necesitaba una nueva mascota. La diferencia ente tú y yo es que yo sí sé cuando alejarme.- La mire a los ojos dejando de leer la nota. -No estaremos mucho tiempo en este pueblo. Que quede claro.- Me dijo antes de adoptar la forma de otra persona; una pelirroja de piel morena mas bajita que ella y con más curvas.

Me dejo solo y termine de leer lo que contenía el sobre sabiendo que solo nos quedaba una última oportunidad para realizar el trabajo.

Ya no habría errores, está vez era la definitiva.

N/A:

Quiero agradecer a todas los lectores, lectoras, que me están apoyando con la historia dejando su estrellita. Muchísimas gracias, hacen mi día más feliz.

Nos leemos a la próxima.

Atte: Sra. Maddox, Cipriano, Mellark, etc, etc, ect.

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Alas y sangre (Editando)Where stories live. Discover now