PRÓLOGO

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───  ❝4TH OF JULY❞  ───

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───  ❝4TH OF JULY❞  ───

Esta historia es la historia de una ciudad, una ciudad pequeña, y la gente que habita en ella. De lejos es similar a cualquier otra ciudad de provincia que hay en el mundo. Segura, decente, inocente. Pero si te acercas empezarás a ver las sombras de su interior. Su nombre es Riverdale. Y su historia comienza con lo que hicieron los mellizos Blossom en verano.

Los dos mellizos pelirrojos se bajaron del coche rojo cereza y se encaminaron a la orilla del río Sweetwater. Agarrados de la mano y vistiendo con ropas despampanantemente blancas se prepararon para dar un paseo en barca.

—¿Tienes miedo, Jason? —habló Cheryl Blossom. Los labios rojizos e hinchados de la chica se abrieron por primera vez desde que habían abandonado la mansión Blossom.

Jason negó mientras una leve sonrisa rozaba sus rosados labios. No pronunció palabra y mantuvo sus verdosos ojos fijos en el agua helada, fluyendo con una violencia y una rapidez propias del río Sweetwater.

Lo siguiente que se supo fue que Dilton Doiley, guía de los scouts de Riverdale, encontró a la hermana Blossom a las orillas del río, con las piernas recogidas contra su pecho mientras gimoteaba con los ojos fijos en el torrente de agua que se había tragado a su hermano.

—Jason —murmuró Cheryl con labios temblorosos y los ojos inyectados en sangre por la llorera.

Se podía ver el miedo reflejado en estos, acompañado de dos líneas irregulares que dibujaban sus mejillas y las teñían de un ton oscuro como la máscara que antes la había hecho lucir como toda una muñeca. Con el maquillaje corrido, el corazón en un puño y el alma partida en mil pedazos, Cheryl Blossom accedió a acompañar a la patrulla de policía de la ciudad en una búsqueda rápida por la extensión del río.

Las horas pasaban, el minutero corría despavorido sin detenerse. La barca en la que viajaban había recorrido los largos kilómetros de perímetro, pero ni una sola pista sobre el paradero del joven Jason Blossom fue encontrada.

—Se ha muerto Hal —una leve sonrisa malvada tiró de las comisuras de la señora Cooper, quien no se molestó en ocultar su contento con la situación—. Espero que sufriese en sus últimos momentos. Que Jason Blossom arda en el infierno.

El rencor y el odio más puros se filtraron entre sus palabras mientras sus ojos, claros como el cielo y helados como la misma nieve que cubría las montañas que rodeaban la ciudad, no se apartaban de la familia desolada. Estos lloraban la pérdida de su hijo rodeados de todos aquellos que se habían reunido a orillas del Sweetwater con intención de averiguar más sobre lo sucedido.

Una semana después la familia Blossom enterró un ataúd vacío y la muerte de Jason fue declarada accidente, mientras la historia que contó Cheryl corría de boca en boca. Todos hablaban de cómo la joven había dejado caer su guante al agua por accidente y Jason, como buen hermano, había intentado de alcanzarlo, volcando accidentalmente la barca. Había entrado en pánico al verse incapaz de volver a subir a la barca, aun con la ayuda de su hermana. Y se ahogó.

La gente en la ciudad seguía hablando de lo ocurrido el 4 de julio en el último día de vacaciones de verano, cuando otro misterio llegaba a la ciudad. Este vestía una gruesa capa roja, tenía el pelo oscuro como la noche y unos ojos que parecían ser capaces de leer hasta el más profundo de tus pensamientos.

El silencio en la calle Blackstone se terminó con la llegada de una reluciente limusina. Las ruedas chirriaron cuando está frenó frente a la que sería la nueva casa de las tres mujeres que viajaban en el interior del vehículo.

—Bien, ahora preparaos. El piso es pequeño, más como una segunda vivienda, pero recordad...

—Calidad siempre —murmuraron las dos muchachas más jóvenes terminado la frase que la mujer había comenzado.

Ante las tres se alzaba un edificio para nada pequeño, más bien todo lo contrario a lo que había mencionado la primera. Esta sacudió su larga y castaña melena mientras se colocaba el abrigo para refugiarse de la fría noche de Riverdale y se colgaba el bolso del hombro.

—Además, es la única propiedad a mi nombre y no al de papá —la mujer se dirigió a la más mayor de las otras dos chicas. Esta observaba la fachada del edificio frente a ella con los labios separados y los ojos brillosos, sin poder creerse aún que realmente fuera a vivir en un lugar como aquel. Dio el primer paso hacia los escalones de la entrada, la punta de sus tacones de aguja haciendo eco al chocar contra la piedra clara de estos.

La última chica bufó frustrada, quejándose por la impertinencia de la otra.

—Vamos Lisa, no te quedes ahí parada, no tenemos toda la noche —se quejó Veronica Lodge. La aludida la miró por encima del hombro y chasqueó la lengua. Habían aguantado todo el viaje desde Nueva York sin discutir, prácticamente sin dirigirse la palabra. Todo había sido paz y tranquilidad. ¿Por qué tenía que arruinarlo cuando acababan de llegar a su nuevo hogar?

Lisa suspiró con resignación y se apartó para que Veronica pudiera adelantarse y entrar en la mansión antes que ella. Veronica pasó por su lado, codeándola y sacudiéndose con su característica energía y poderío. Lisa hizo caso omiso a su infantil comportamiento y se colocó un mechón de su castaño pelo tras la oreja. Después de soltar un largo y pesado suspiro se encaminó hacia el interior de su nuevo —y ostentoso— hogar.

Esta es la nueva oportunidad que tanto tiempo llevamos esperando, Lisa. Aprovechémosla al máximo.

BURNING RED » jughead jones ✔Where stories live. Discover now