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capítulo treinta y dos

𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐗𝐗𝐈𝐈: 𝐖𝐄𝐋𝐂𝐎𝐌𝐄 𝐁𝐀𝐂𝐊

Las imágenes que colgaban de las paredes del cuarto de la joven fueron desapareciendo una a una mientras las despegaba y las guardaba en una caja de zapatos vacía. Así, poco a poco, fue recogiendo aquello que era más significativo para ella. Había decidido que aquella tarde solo se llevaría lo esencial y dejaría lo menos importante para otro viaje. Aunque no estaba segura de que Hermione le permitiera volver a pisar su hogar.

Sonrió observando una de las fotografías y parpadeó dejando que la primera lágrima corriera atemorizada hasta perderse en el hueco de su cuello. No se molestó en limpiar el rastro porque sabía que tras esta vendrían muchas más. En la instantánea aparecían Jughead y Archie posando de una manera muy cómica, con sus espaldas retorcidas y muecas exageradas. Una polaroid más antigua cayó al suelo cuando Lisa se dirigió volcar la gran parte de las fotografías en la caja. En esta el ambiente era algo más sereno. Hermione Lodge posaba junto a una Lisa y una Veronica de doce y trece años respectivamente, ambas jóvenes vestidas con el mismo vestido azulado decorado con un enorme lazo verdoso. Lejos de parecer una foto de familia los rostros de las dos pequeñas lucían molestos, mientras Hermione forzaba una sonrisa frente a la cámara. Tal vez nunca habían sido tan felices como Lisa había imaginado en su mente. Quizá todos esos cariños y caricias casi maternas por parte de Hermione no habían significado nada y solo eran una manera de mantenerla mansa y obediente hasta que decidiera darle la patada y echarla definitivamente de sus vidas.

Antes de cerrar el cajón de su mesilla de donde sacó algunas pulseras, colares, pastillas y demás, palpó la parte superior de este hasta que lo notó. El sobre que había estado guardando desde que empezó a trabajar en el Pop's. En el había guardado una parte de su paga mensual. Lo apretó entre sus manos, hasta el punto en que pudo notar los fajos de billetes contra las palmas de sus manos.

Un último vistazo a su cuarto, ahora sin vida, provocó que una nueva ola, ahora de rabia, la atestara. Apretó el puño alrededor del asa de su maleta. No era justo. Nada de todo lo era. La aparición de Barbara había sacudido sus mundos por completo, y estaba convencida de que había sido el regreso de esta el que había provocado el cambio en el ánimo de Hermione, que se había visto claramente afectada por el huracán de memorias desagradables que su presencia conllevaba.

Bajaba las escaleras con la mirada fija en los escalones. Las maletas siendo arrastradas y rebotando contra la piedra fría de estos. Cuando sus pies finalmente golpearon el suelo del descansillo buscó con la mirada a la mujer que la había cuidado por tanto tiempo. Caminó hacia ella dejando a un lado el equipaje. Se inclinó sobre la mujer, tendiéndole el sobre. Hermione hizo a un lado la copa de vino que había estado bebiendo para recogerlo y lanzarlo sobre la mesa con desinterés.

—Lárgate ya.

Lisa ignoró el tono hostil y el veneno que expedían sus palabras y procedió a explicarse.

—Te dije que te devolvería todos y cada uno de los favores que me has hecho este tiempo. No hay ni la mitad de todo el dinero que tú has invertido en mí, pero es todo lo que he podido conseguir en este tiempo.

La mandíbula de Hermione pareció destensarse, pero su mirada seguía siendo feroz, helada. Veronica tiró de las maletas de Lisa hasta el porche. El momento había llegado.

—Lisa, déjalo. Márchate.

Sin pronunciar palabra alguna, Lisa terminó de bajar los escalones del porche y arrastró el equipaje por el camino empedrado, acercándose paso a paso a Jughead. Pudo escuchar a sus espaldas el portazo de Veronica y aquello fue más que suficiente para que el muro de sosiego y falsa tranquilidad que Lisa había construido como escudo protector se derrumbara y dejara a la luz sus verdaderos sentimientos. El miedo. La desesperación. La culpabilidad. Las piernas le fallaron y terminó por desplomarse a mitad de camino. Jughead corrió hacia ella, auxiliándola de inmediato.