capítulo diecinueve

8.8K 801 190
                                    

𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐈𝐗𝐗: 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐀𝐒𝐓𝐀𝐑𝐃 𝐂𝐇𝐈𝐋𝐃

sé que es algo tarde para preguntarlo pero, ¿team jughead o team kian?


La brisa fría y húmeda propia de una tarde otoñal neoyorquina mecía las hojas caídas y esparcidas por el suelo en un baile furioso pero divertido. Lisa, a sus jóvenes e inocentes doce años, caminaba por el camino de arena del parque concentrada en el crujido de las hojas bajo sus botas impermeables con dibujos de conejos de colores. No tenía rumbo, solo andaba, esperando que un ángel alado cayera del cielo para salvarla. Deseaba que aquella lluvia torrencial que se cernía sobre la ciudad desde apenas las seis de la mañana escampara para poder sentarse en uno de los bancos de madera del parque, allí esperaría a que su madre se arrepintiera de haberla echado de casa y le fuera a buscarla para pedirle que regresara.

Lisa observaba con envidia a los niños que corrían con sus paraguas de un lado a otro, riendo junto a sus familias mientras jugaban chapoteando en los charcos. Ella odiaba la lluvia, al igual que su madre. Jamás se había atrevido a jugar con la lluvia, nunca había saltado en un charco, su madre jamás se lo había permitido.

Una niña de aproximadamente su edad saltó a su lado, mojando los pantalones y parte de la camiseta de Lisa. La otra niña se mojó también, pero a ella le importó mucho menos que a Lisa, quien en seguida empezó a gritar. Por detrás de ella apareció la figura de una mujer vistiendo un largo abrigo negro, tanto como su pelo, cargando un paraguas rojo con el que cubrió a las dos crías.

—Hola, Lisa —saludó la señora recogiendo a la segunda niña de la mano. Esta agachó la mirada con una mueca fastidiada en el rostro, sabía que se había terminado el juego.

—Mi mamá dice que no debo hablar con extraños.

Lisa habló mientras jugueteaba con sus dedos evitando todo tipo de contacto visual con las dos desconocidas. La mujer del abrigo negro no había parado de sonreír desde que había encontrado a la pequeña Lisa. Se acuclilló frente a ella, mirándola fijamente a los ojos y ensanchó aún más su sonrisa.

—Soy amiga de tu mamá, ¿lo sabías? Ella me pidió que cuidara de ti cuando estuviera lejos.

—¿Dónde está mamá? —preguntó la pequeña Lisa con la voz entrecortada por la vergüenza y el miedo.

—Tuvo que viajar lejos de la ciudad. Nosotras te cuidaremos por un tiempo y seremos tus mejores amigas, ¿verdad, Ronnie?

La aludida asintió tendiéndole la mano a Lisa. La niña de las botas de conejos sintió algo parecido a la calidez de un abrazo cariñoso cuando juntó la palma de su mano con la de aquella cría. Los ojos de la mujer se iluminaron ante la tierna imagen que aquellas dos criaturas le brindaron y corriendo entre risas se introdujeron en la limusina que las llevaría a la mansión Lodge.

—Encantada de conocerte, Lisa. Yo soy Hermione.

Aquella fue su señal, aquel era su ángel salvador.


—A ver, me estás diciendo que tu madre, la verdadera, y el señor Lodge tuvieron algo de una noche y como resultado naciste tú. Después de eso ella huyó y te dejó en manos de las Lodge. ¿Se me ha escapado algo?

Lisa negó con la cabeza gacha, los dedos entrelazados y la mirada fija en la puntera de sus botas. Kian la observaba con un gesto compungido, recogió una de las manos de la joven y le dio un leve apretón, haciéndole saber que estaba allí con ella, que la apoyaba y la comprendía.

BURNING RED » jughead jones ✔Where stories live. Discover now