capítulo treinta y nueve

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐗𝐗𝐈𝐗: 𝐓𝐇𝐀𝐍𝐊 𝐘𝐎𝐔, 𝐈'𝐌 𝐒𝐎𝐑𝐑𝐘

Se iba a cumplir casi una semana desde que Jughead había sido ingresado y aún no despertaba. El ambiente entre sus amigos y familiares cada vez estaba más tenso. Archie y Lisa eran los más reacios a abandonar al joven para asistir a clases o seguir adelante con sus días corrientes. A pesar de que Barbara había insistido, Lisa se había negado a abandonar Riverdale, no sin antes asegurarse de que Jughead estaba realmente bien. Necesitaba oírlo de sus labios, entonces podría marchar tranquila.

—Lisa, deberías irte a casa. En serio, necesitas descansar.

—No eres quien para decirme eso, Andrews. Tú tampoco estás mucho mejor que yo —los dos se rieron sin ganas. El cansancio comenzaba a pasarle factura al pelirrojo tanto como a ella. Sus ojeras estaban cada vez más oscuras y todo él desprendía un aura agotada y desesperada. Los dos amigos necesitaban volver a ver sonreír y oír los comentarios sarcásticos de Jughead para poder recuperar la energía—. ¿Cuándo os iréis?

—No lo sé. Todo depende de cuando Jughead despierte.

—¿Qué opina tu madre de todo esto? La última vez que os oír hablando parecía algo enfadada.

Archie se refería a la conversación acalorada que habían mantenido las dos Brook unos días atrás, después de que Lisa pospusiera la salida de la ciudad por segunda vez. Esta agachó la cabeza y jugueteó con sus dedos, la punta de su lengua pellizcada entre sus dientes.

—Obviamente no está muy contenta. Quiere que nos vayamos cuanto antes. Pero yo no me puede ir de aquí sin hablar una última vez con Jughead.

—Lo entiendo, pero también entiendo a tu madre. Cada día que pasas aquí es una nueva oportunidad para las Lodge para herirte.

—Por suerte, Kian me está ayudando con eso. No se separa un solo segundo de mí, mas que cuando estoy en el hospital —Lisa dejó escapar un suspiro entrecortado y deseó ser la única que había notado el deje atemorizado en sus palabras. Con una sacudida de cabeza cambió de tema—. Voy a entrar a verle, si te parece bien.

—Oh, sí, sí. Claro.

Lisa tomó el pomo de la puerta de la habitación y lo giró con las manos temblorosas. Enseguida su corazón se acompasó con los pitidos de la máquina que señalaba el ritmo de los latidos de Jughead. Largó un suspiro largo mientras se sentaba en la silla al lado de la cama. Limpió el sudor de las palmas de sus manos en varias ocasiones restregándolas contra la tela vaquera de sus pantalones. Miró a Jughead triste.

—Hola, Juggy. Las cosas están mucho más tranquilas aquí que allí fuera —chasqueó la lengua—. Todo se está tornando demasiado complicado. Las Lodge han estado demasiado tranquilas desde lo del atropello y temo que se estén preparando para algo más grande. Si algo te volviera a pasar por mi culpa... no sé que haría. Ahora me veo capaz de hacer cualquier cosa.

De nuevo, no obtuvo respuesta. Rendida, agachó la cabeza hasta posar su frente sobre los nudillos de Jughead. Las pequeñas costras eran ahora casi imperceptibles y tan solo permanecían algunas marcas de quemadura por el roce con el asfalto. Esas marcas tardarían más en borrarse, así como las de su rostro. Lisa comenzó a gimotear, empapando la piel del joven.

—Juggy, necesito que despiertes. Te necesito tanto que es insano. Tengo que saber que estás bien para dejar de sentir este dolor y esta desesperación. Por favor... Por favor, despierta —una vez más, nada—. ¿Sabes? Siempre te estaré agradecida. Después de todo, tú supiste amar una parte de mí que ni siquiera yo quería, una parte de mí que yo misma detestaba. Gracias por amar a la verdadera Lisa, Jughead.

BURNING RED » jughead jones ✔Where stories live. Discover now