capítulo treinta y uno

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐗𝐗𝐈: 𝐃𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐇𝐀𝐍𝐃𝐒

Aquella noche en Riverdale, que había comenzado calmada y divertida mientras Jughead y Lisa charlaban animados en una de las mesas del bar Pop's, prometía empeorar con cada segundo que pasaba. La pareja se despidió cuando el reloj rozaba las diez menos cuarto en el porche de la mansión Lodge. Desde la misma puerta, Lisa puso escuchar el ajetreo en el interior, los cajones siendo abiertos y cerrados con furia y los tacones de Hermione resonando en toda la casa mientras correteaba de un lado a otro. Lisa empujó la puerta con el ceño fruncido y observó desde el marco de la puerta el deprimente panorama. Las mismas maletas con las que habían cargado meses atrás desde Nueva York ahora estaban tumbadas en el suelo de la entrada y Hermione lanzaba todas las cosas de valor que encontraba a su paso. Veronica no tardó en aparecer por las escaleras luciendo igual de confundida que Lisa.

—¿Qué haces, mamá?

—El equipaje. ¿Tienes idea de dónde están nuestros pasaportes?

No fue hasta aquel momento que los ojos de las Lodge cayeron sobre la figura encogida y preocupada de Lisa. La chica terminó de entrar en la casa y cerró la puerta a su espalda. Nadie dijo nada. Hermione se mordió la lengua para evitar que nada escapara. No era momento de dejar caer el castillo de naipes que tanto tiempo le había llevado levantar.

—¿Para qué necesitas nuestros pasaportes, mamá? —Veronica hablaba con cautela mientras se acercaba a Hermione.

La mujer estaba tensa, eso era evidente, y cualquier mal movimiento podría causar toda una explosión caótica en aquella mansión. Y aquello no le convenía a ninguna de las tres. Veronica posó su mano sobre su hombro y le dio un leve apretón, preguntando de nuevo con una sola mirada.

—Nos vamos de aquí.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Veronica, estamos enterradas en esto hasta el cuello. Tú, mejor que nadie, sabes que he pecado. El autocine, el soborno; cuando falsifiqué tu firma; los Serpientes. Tenemos que irnos de aquí antes de que sea demasiado tarde, Ronnie.

A pesar de que ambas se comunicaban entre susurros en un intento por que la chica Brook no descubriera lo que estaba sucediendo, aquellas palabras calaron en lo más hondo de Lisa. ¿El autocine? ¿Acaso habían tenido ellas algo que ver con el derribo del autocine de Riverdale? ¿Y a qué demonios se referían con las Serpientes? Lisa había oído hablar demasiadas veces de aquellas Serpientes Sureñas, pero no comprendía qué tenía que ver la familia Lodge en aquello. Debían de temerlas mucho como para querer huir de ellas a otro continente.

—¿Adónde iremos? —se atrevió a preguntar Lisa, sacando a madre e hija de su circulo de murmullos y recriminaciones.

—No sé qué será de nosotras, pero tú volverás con tu madre.

—¿Qué? No, no. Por favor, Hermione, no.

—No hay otra opción. Creo que ha llegado el momento de que nuestros caminos se dividan.

—¿Pero por qué?

—Porque estoy harta, Lisa. Estoy harta de esta situación. He cargado contigo todo este tiempo porque tu madre no podía hacerlo, pero ahora que Barbara ha regresado no hay motivo que te una a mí.

—Estás de broma, ¿verdad? Es eso, ¿no?

—No he hablado más en serio en mi vida, Lisa.

Aquellas fueron las últimas palabras que le dedicó a la joven antes de desaparecer por el marco de la puerta la cocina. Lisa miró a Veronica en busca de respuestas, pero esta no pudo más que agachar la mirada hacia sus zapatillas y largar un suspiro pesado. No podía ser verdad, aquello no podía estar pasando. Hermione había sido lo más cercano a una madre que Lisa jamás había conocido. Y esta la estaba echando de su vida. Una vez más, el ciclo se repetía.

BURNING RED » jughead jones ✔Where stories live. Discover now