capítulo treinta y ocho

4.7K 435 62
                                    

𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈: 𝐒𝐈𝐂𝐊 𝐀𝐍𝐃 𝐓𝐈𝐑𝐄𝐃

Las horas corrían en aquel pasillo de hospital y con cada minuto la cabeza de Lisa se sentía más pesada. Desde que Veronica había abandonado el hospital un sentimiento de intranquilidad se había apoderado de Lisa, que se encogía cada vez que escuchaba el más mínimo chasquido o chirrido a su lado. Estaba atemorizada, pero más que por ella misma, por el chico que aún permanecía inconsciente en el interior de aquella habitación.

—Lisa, creo que deberías irte a casa a descansar. Ha sido un día demasiado duro y se te nota en la cara.

—Gracias por preocuparte, Archie. Pero no puedo dejarle aquí solo.

—FP no tardará el llegar. Puedes irte cuando él venga —acarició el cabello de su amiga pausadamente y con sumo cariño. Lisa le sonrió cálida y asintió—. Bien, nos vemos mañana, entonces.

—Adiós, Andrews.

—Adiós, Lisa.

Tal y como el pelirrojo le había informado, FP no tardó más de veinte minutos en llegar. Lisa quiso preguntarle qué demonios le había llevado a ausentarse por tanto tiempo. Su hijo estaba ingresado en el hospital desde el medio día y no había sido hasta la madrugada que él había llegado.

—Oh, hola. Tú debes ser...

—Lisa, señor Jones. Lisa Brook.

—Sí, exacto. La chica de Jughead.

Fue inevitable que las mejillas de Lisa se encendieran al oír al padre de Jughead referirse a ella de aquella manera. Aceptó la mano tendida del hombro. Acto seguido FP se sentó en el asiento libre justo a su lado.

—No sabes cuánto me alegra que estuvieras con él cuando todo pasó. No me puedo ni imaginar lo mal que lo tuviste que pasar al presenciar aquello.

—Lo que importa es que Jughead está bien, está vivo.

—Sí. Lamento no haber podido venir antes, por cierto.

—No se tiene que disculpar conmigo.

La joven esperó a recibir una explicación del porqué de su tardanza, pero el señor Jones no dijo nada más. Mantuvo la cabeza gacha y los ojos fijos en sus botas curtidas y raídas por el tiempo. El teléfono de Lisa comenzó a vibrar en el bolsillo de su chaqueta a los pocos segundos, terminando con el silencio incómodo entre aquellos dos. Lisa descolgó inmediatamente al ver el nombre de Kian aparecer en la pantalla.

—¿Qué haces llamándome a estas horas?

—No esperaba que estuvieras despierta, la verdad. Tengo información que podría serte útil.

—¿Tiene que ver con los Lodge?

Al escuchar aquel apellido FP alzó la cabeza, como si de un perro de caza se tratase, por lo que Lisa optó por alejarse, no sin ante disculparse con el adulto allí presente.

—Sí. Te espero en la dirección que te he enviado por mensaje.

—Bien.

Una vez hubo colgado, Lisa se giró de nuevo hacia el señor Jones y le pidió por favor que avisara a su madre de que se había marchado a casa. Barbara había bajado a la cafetería del hospital poco tiempo antes a buscar algo de comer. Hacía demasiado tiempo que Lisa no probaba bocado y temía que eso, sumado al disgusto y agotamiento continuo, pudiera afectar a su salud.

—Sí, sin problema. Descansa, Lisa. Y gracias por cuidar de mi hijo.

Por algún motivo, aquellas palabras, en lugar de reconfortantes, solo resultaron más asfixiantes. Lisa sonrió con el corazón encogido por la culpa y se despidió con la mano antes de caminar hacia los ascensores.

BURNING RED » jughead jones ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora