capítulo veinticuatro

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐗𝐈𝐕: 𝐓𝐎𝐎 𝐋𝐀𝐓𝐄

Con los ojos inundados de lágrimas y los nervios a flor de piel, Lisa corrió escaleras abajo, chocándose con más de una persona en el trayecto. No se molestó en pedir disculpas, sin embargo. Estaba harta de ser la buena de la historia, la que se arrodillaba frente a todos rogando su disculpa y su respeto. Estaba cansada de tener que fingir que todo estaba bien cuando claramente nada lo estaba. Hasta aquella misma noche el único soporte en el que aún podía reposarse cuando parecía que estaba a punto de caer derrotada era Jughead, pero ya ni siquiera le tenía a él.

Arrasó con todo lo que había sobre la encimera de la cocina, llamando la atención de los presentes, hasta que dio con la primera bebida de licor que encontró. Era menor, y tenía más que claro que si era descubierta bebiendo podría causarle grandes problemas a Hermione, pero ya no le importaba nada. Con la botella de tequila bajo el brazo y secándose las lágrimas se encaminó a la salida de la casa. Salió cerrando de un portazo y comenzó a caminar por la acera, sin ningún rumbo exacto. No tardó en escuchar unos pasos a sus espaldas y, enfurecida se giró.

—¡No quiero saber nada de ti, cerdo! —chilló con todas sus fuerzas, tanto que sintió como se le desgarraban las cuerdas vocales.

Kian la observó con los ojos abiertos como platos, sin poder creerse que aquella chica fuera su amiga. No, esa no era Lisa. No quedaba ni rastro de ella.

—¿Qué ha pasado? Lisa, ¿estás bien?

En menos de dos zancadas se posicionó frente a ella y la rodeó con sus brazos. Con cautela y disimulo rodeó el cuello de la botella que la chica sujetaba para quitársela, pero Lisa opuso resistencia.

—No, no estoy bien. Y me gustaría poder irme a esconderme a cualquier lugar donde nadie me vea en esta situación tan patética.

—Lisa, no sé qué demonios ha pasado en esa fiesta, pero no vas a encontrar la solución en esa botella de tequila.

—¿No puedo, por una vez, hacer lo que quiero como yo quiero? Kian, acabo de descubrir que Jughead me engañó hace meses y lleva mintiéndome desde entonces. ¿No crees que la ocasión lo merece?

Quiso quejarse, quiso gritarle que bajo ninguna circunstancia el alcohol era la salida adecuada, un desahogo. No puedo pronunciar palabra, sin embargo. Solo pudo apretar los puños y resignarse a acompañarla en su crisis.

—Estás loca si piensas que voy a dejar que te bebas todo eso tú sola.

Sentados en la acera frente a la casa de los Andrews abrieron la botella y comenzaron a beber, sorbo a sorbo, trago a trago, mientras Lisa lloraba en silencio y Kian la observaba sin saber qué hacer. Quería regresar a la casa y buscar a Jughead para partirle hasta el último hueso de su cuerpo, pero la urgencia de proteger y cuidar de Lisa era mayor.

—Frena —murmuró al ver que la joven empinaba la botella y no dejaba de beber. El ceño de esta se frunció por el sabor del alcohol y Kian solo pudo reír—. No estás acostumbrada ¿verdad?

—Tú tampoco deberías estarlo. Somos menores, ¿recuerdas?

Al chico le resultaba difícil no reír al escuchar a Lisa hablar con lengua de trapo, arrastrando las palabras, y las mejillas y la punta de la nariz coloradas. Kian no respondió, solo miró la carretera frente a ellos, vacía a aquellas horas, sintiendo el calor que irradiaba el cuerpo de Lisa pegado al suyo.

—Es un cerdo —murmuró la chica con los ojos cerrados.

—Lo es.

—Le odio. Le odio. Odio a Jughead Jones.

BURNING RED » jughead jones ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora