24. Casa Mellark (Parte 2)

762 55 10
                                    

Me hace pasar a su habitación y cierra la puerta.

La manera dulce en la que me mira, hace que cualquier enojo que sienta por él por la broma que me hizo, se vaya. Antes de que me cuenta él me atrae hacia su cuerpo y besa mi frente.

-Perdóname por lo que hice recién. Sinceramente también creí que era una buena excusa para besarte. Pero te prometo que me controlaré estando aquí. La regla de mi padre es nada de chicas en la casa. Mi hermano mayor lo sabe muy bien. No es como si a Rye y a mí nos hiciera falta... tú y Madge son nuestras primeras novias.

-¿Tu hermano también?

Asiente.

-Papá siempre insistió en que nos tomáramos una relación seriamente. Dijo que no importaba cuanto tuviéramos que esperar por la indicada, ella llegaría y la reconoceríamos. Debíamos luchar por ese amor, no perder el tiempo con quien no nos conviniera... y que sobretodo siguiéramos a nuestros corazones y no escucháramos a nuestra madre. A mí me decía que no importaba lo que yo le dijera a ella, mi madre no iba a entender nunca mi amor por ti, porque ella nunca lo sintió y valoraba otras cosas. Sin embargo podía luchar contra ella y seguir fiel a mis sentimientos por ti. Papá quiso que priorizáramos el amor verdadero antes que la ambición o libertinaje.

-Parece que tú padre luchó muy duro para que no se convirtieran en alguien como tu madre.

-No, él luchó para que no cometiéramos sus mismos errores. Por esa razon me apoyó cuando le dije que yo te amaba a ti aún siendo un niño. Él no quería que yo me dejará influenciar por nadie incorrecto, ni que me arrepintiera de nada. Además, es fácil cuando el único que te da cariño es tu amoroso padre... De cierta forma creo que los tres nos hemos aferrado a él para vivir y lo hemos tomado como modelo a seguir.

-¿Y te arrepientes de algo?

-Tal vez no haberte hablado cuando tenía cinco. Quiero decir, algo más allá de saludos o miradas. Tal vez podríamos haber sido amigos al comienzo... como se espera de niños de cinco años. Pero ahora...

-¿Ahora qué?

-No me imagino una vida sin besarte, ni sin dormir o despertar a tu lado. Definitivamente no me conformaría con una amistad.

-Por eso somos novios.

-Sí. Supongo que esta realidad es mejor.

Peeta sonríe, atrapa mis labios con los suyos, me dirige hacia atrás tomándome de la cintura y antes de darme cuenta ambos caemos sobre algo suave y mullido. La calidez de su cuerpo me reconforta. Pero sus manos paseando sobre cuerpo hacen que me estremezca y desee mucho más de él. Olvidándome de todo beso a Peeta con la misma intensidad y acaricio su espalda con mis manos. Peeta baja a mi mandíbula y muerde levemente allí.

-Al diablo las reglas. Nadie podrá entrar a vernos.

-Pee...ta.

-No te preocupes, sólo quiero besarte y sentirte cerca.

Los dedos de su mano izquierda dibujan los contornos de mi rostro, incluyendo mi boca, nariz y ojos.

Su mirada está fija en mi rostro, y me estudia con mucho detenimiento.

-¿Qué haces?

-Shh. No hables. –Obedezco, y me besa con adoración antes de volver a poner distancia entre nuestros rostros. –Mi próximo cuadro será este.

Eso es romántico. Sonrío pero no digo nada. Solo me quedo allí unos segundos más deseando acercarme a él y para que me vuelva a besar con tanto anhelo por unos largos minutos más.

-¿Harás uno de nosotros dos? –pregunto cuando finalmente me recuesto sobre su cuerpo.

-¿Hacer qué?

EN TODO ESTARÉWhere stories live. Discover now