Capítulo 18; Hombre muerto.

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La bolsa de hielo me rozó la mejilla, deje escapar un suspiro de dolor al sentir el frío sobre los rasguños.

Odiaba las heridas que venían depués de una pelea.

Aunque más odiaba estar ahí con Ian, y que él me observará como si fuera un conejito herido. 

-Lo siento.-Ian se disculpó, presionando con mucho más cuidado. Tenerlo cerca de mí me pareció la cosa más extraña del mundo.-¿Alison?-Llamó, con voz dulce.

-¿Sí?-Respondí, me sentía exhausta.-Tengo frío.-Me queje, él no dijo nada, se giró en dirección a la silla de espera junto a nosotros y me paso un abrigo grueso.

Aquella prende olía deliciosamente a él.

-¿Te sientes bien?-Me preguntó, inseguro.-No te duermas, Kat y su hermano no tardarán en regresar.-Ian ya había dicho eso un par de veces, pero la verdad era que llevábamos más de una hora sentados en la sala de emergencias esperando por ellos.

Ethan se encontraba intentando arreglar el desastre que yo había hecho, aunque siendo honesta no me arrepiento de nada. Persia White era una perra si creía que podía tocarme y salir sin un rasguño. No era mi culpa que Joseph no estuviese enamorado de ella, era trágico sí, pero no mí culpa.

Estaba a punto de hablar, pero me vi interrumpida por las puertas de la sala de emergencias que se abrían de par en par. 

Los gritos de auxilio estallaron justo frente a nuestros ojos, provenientes de un hombre que sostenía su mano sobre su abdomen. Una mujer a su lado comenzó a llorar histérica. Veo sus manos manchadas de sangre.

Fue como si el tiempo se detuviera, los segundos se extendieron por lo que parecían milenios.

Todo rastro de sueño abandonó mi cuerpo.

El personal médico corrió en dirección al herido. Y, llámalo instinto o como quieras, Ian y yo también lo hicimos, de manera inconsciente ambos nos levantamos.

El aroma a sangre me aturdió durante un instante, y los gritos de la mujer fueron como los chillidos desagrables y desesperados de un animal herido a punto de morir. La mujer no pudo sostenerlo más, y él se desplomó sobre la fría baldosa. 

El hombre levantó su mano ensangrentada, dejando ver dos heridas de bala en su abdomen. Un manantial de sangre se deslizaba de aquellos agujeros y caía sobre la baldosa blanca de porcelana.

Alguien me arrebato el abrigo de las manos, y lo presionó en las heridas del desconocido.

-¡Tenemos que moverlo!-Gritó una de las enfermeras, intentó moverlo pero de inmediato se detuvo.

El hombre comenzó a temblar, de su boca se desprendía un hilo de sangre. Sus ojos oscuros se desorbitaron, y su rostro se volvió tan pálido como el de un muerto.

Su cuerpo comenzó a retorcerse de forma violenta, y un chorro de sangre salió disparado de su boca. Su rostro pálido comenzaba a tornarse morado.

¿Asfixia?

-Está teniendo convulsiones.-Anunció Ian, a mí lado.

-Pongámosle de lado.-Alguien ordenó, arrodillándose junto a mí. Por la bata blanca que llevaba era claro que era un doctor.

El hombre sostuvo mi mano con fuerza, parecía volver a estar consciente. Sus ojos oscuros me observaban fijamente, y se inundaron de pánico.-Alicia.-Me llamó con voz ahogada.

-Intenta tranquilizarlo.-Ordenó el doctor. Con ayuda de Ian y las enfermeras lograron girar al hombre. Me moví rápidamente para hacer que su cabeza quedara recostada sobre mis piernas.

For You- Joseph MorganWhere stories live. Discover now