43; Feliz cumpleaños, Alison.

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Me cuesta mirarlo a los ojos. Me siento demasiado culpable para hacerlo por más de un par de segundos.

-Has estado muy callada.-Menciona, intentando entelazar su mano con la mía.

-¿De verdad?-Pregunto fingiendo desconcierto. Se gira hacia mí, y se cruza de brazos.

-¿Qué es?-Presiona.

No puedo decírselo. Aparto la mirada a la enorme televisión colgada a la pared, pestañeo varias veces con rapidez para alejar las lágrimas.

-Estoy bien.-Digo, de la misma forma en la que se lo dije a mi hermano y a mi madre antes de romper a llorar delante de ellos.-Estoy cansada, eso es todo.-Agrego. Pero él se mantuvo escéptico.

Nunca he sido buena para mentir. Y con él me he vuelto especialmente mala.

-¿Qué sucedió mientras no estuve aquí?-Pregunta, podía sentir sus ojos atravesándome.-Mírame.-Pide.

Levanto la mirada con lentitud, enterrándome de forma discreta las uñas largas en las palmas de las manos.

No quiero llorar ante él. Luego me preguntaría que sucede, y yo terminaría diciéndole lo que sucede exactamente.

-¿Es el bebé? ¿La universidad? ¿Yo?-Da un paso hacia mí y se detiene, quizás creyendo que yo retrocederé.-Amor, sea lo que sea, puedes decírmelo. ¿Estás enojada por lo de mi madre? Entiendo que ella no se ha portado particularmente bien, cariño. Pero me ha dicho que lo siente.-

La madre de Joseph puede irse directo al infierno en este momento sí le da la gana. Por mí está bien.

-¿Particularmente bien?-Repito, incrédula por el término que ha implementado para referirse al demencial comportamiento de su madre.

Contrató a alguien para investigarme, ¿Quién diablos hace eso en la vida?

-Persia no está embarazada, no tienes porque estar enojada.-Me dice, a la defensiva. Él ama ponerse a la defensiva.

Está equivocado. Cree que estoy callada porque estoy enojada, cuando en verdad, me cuesta pronunciar palabra alguna por la horrible idea de que puede haber matado a su hijo dentro de mí.

-Tengo hambre.-Digo, para detener toda esta maldita conversación en la que no quiero pensar sobre Persia y su madre.

-¿Y cuando no?-Suelta con diversión.

-Al menos tengo hambre a horarios normales. No como tú, sí vuelves a hacerme levantar a las dos de la mañana para prepararte ensalada con mostaza, juro por Dios que te voy a envenenar.-Anuncio, dándome la vuelta para salir de la habitación. Lo oigo reírse detrás de mi. Su risa me hace sentir un poco mejor.

-¿Hiciste las compras?-Me pregunta, abro el refrigerador y veo que está casi vacío. Lo cual me resulta extraño, considerando que siempre se mantenía mágicamente lleno.

Diablos, él me había dicho antes de irse que hiciera las compras. Lo olvidé completamente con este asunto de que quizás había matado a mi propio hijo.

-No tenía dinero para hacer las compras.-Dejo escapar lo primero que se me viene a la mente. Con mamá, la frase de no tenía dinero para las compras era una que nunca faltaba. Resulta que ser una striper no da suficiente dinero como parece.

-Deje mil dólares antes de irme específicamente para que hicieras las compras.-Me recuerda.

Oh, sí. Lo hizo.

-Amdito que lo olvidé. Ni siquiera he sacado el dinero de mi cartera.-Respondo.-Podrías perfectamente levantarte temprano mañana y hacer las compras luego de ir a correr.-

For You- Joseph MorganWhere stories live. Discover now