Capítulo 1: El pasado te alcanza

575 44 0
                                    

Nueve años más tarde.

Samanta.

—¡Eh! ¡Tú! –La tomé del brazo antes de que atravesara el portal. —¡Tiffany Alexandra Ryan! No te dejaré fugarte de nuevo. Te meterás en más líos, para variar. –Reñí a la impulsiva de mí amiga, idiota inconsciente.

—¿Cuál es tú problema, Sam? -Intentó zafarse, pero supongo que viendo que no la dejaría en paz tan fácilmente, decidió rendirse a pesar de tener más fuerza que yo, deberían ver el tamaño de esta chica. —¡Ay Santo Dios! ¡No seas aguafiestas! –La pelirroja hizo un puchero, como si su ternura pudiera ablandarme.

No me conoce.

—¡No soy una aguafiestas! –Le bramé indignada. —¿Tengo que recordarte lo mal que te fue la última vez que te saliste de clases sin permiso?

—¡Bah! Eso fue por un error de principiantes, no lo cometeré de nuevo. –Comentó, restándole importancia con la mano, como si estar dos semanas en detención fuese poco. La directora se tomaba en serio los castigos. —Todo fue por culpa del maldito conserje, tuvo que ir de chismoso. Te dije que se traía algo conmigo.

Sí, por supuesto.

Me llevé la mano a la cadera. ¿Por qué no dejo de sentirme como la única adulta de la conversación? —Deja de decir tonterías, pareces una cría, Tif. Pobre hombre, ¿desde cuándo dices palabras como esas? –Bufé. —No comprendo tu necesidad de fugarte últimamente, seguramente se te están pegando las mañas malas de esos chicos con los que te juntas durante los entrenamientos de las animadoras. -Le miré acusadoramente antes de susurrar —Ya decía yo que tanta purpurina no era normal.

—¿Tonterías? Desde el instante en el que derramé, por accidente –Recalcó esto último. —Mi jugo en el piso que acababa de trapear, comenzó a mirarme con ojos de odio. –Aseguró asintiendo repetidas veces con la cabeza, tal cual niña esperando que le creyesen una historia.

Llevé la vista al techo, suspirando. —Tif...

Hizo un gesto de súplica con sus manos. —Por favor, Sam, te juro que no estoy imitándolos ni nada de eso, es solo que...

—Le prometí a tu madre que te vigilaría. –Interrumpí, viendo que mis esfuerzos no dan frutos, y haciendo mención de su madre como último recurso.

Sonrió. —¡Lo sé! Y agradezco que te preocupes por mí, Sam hermosa. Es solo que...Ya sabes, quedé con el guapísimo de Liam en la cancha, sabes que siempre quise que me prestase atención y... –No me sorprendió verla juguetear con sus dedos.

Liam, mi vecino, y con el que lleva años fantaseando en secreto. Desde que le vió por primera vez podando el césped de mi jardín aquel verano a los doce años, aún cuando el chico usaba ese corte horrible de hongo en su cabeza, continuaba haciéndolo cuando era capitán del equipo de fútbol e incluso ahora que se había retirado por una lesión. De cierta manera había estado con él en las buenas y en las malas, así él no estuviese al tanto de ello.

—No lo puedes dejar plantado. -Concluí cuando dejó la frase a la mitad.

—¡Exacto! –Observó su reloj con nerviosismo. —¿Me dejas? Por fis, por fis. ¿Sí?

Suspiré. —Solo no vuelvas a quedar con él entre clases, ¿va?

Chilló y me abrazó. —Eres la mejor, la más comprensiva y buena chica del mundo. -Su sonrisa se amplió.

—Sí, sí, vale aduladora. Besa mi trasero luego, o se te irá la hora y el maestro llegará. –Me aparté de la salida. —Espero que valga la pena.

ObsessionWhere stories live. Discover now