Capítulo 25: La chica en mi ducha

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Luka.

Por un segundo permanecí sentado en la cama, casi pasmado por el simple sonido del agua de la regadera cayendo. Observé la puerta cerrada del baño preguntándome cómo carajos es que había terminado con Sami del otro lado, y desnuda, acotación importante.

Oscuro ahora mismo correteaba por mi cabeza, tan confundido como yo mismo. Mi cabeza estaba echa un maldito caos de los feos en verdad y para rematar estaba enojado. Estaba enojado por los golpes que había recibido y porque al final el gilipollas al que tanto habíamos esperado se nos había escapado y había sido todo mi culpa.

Sin embargo, ahora mismo también se encontraba exaltado, después de que Sami hiciese lo que hizo con ese cuchillo esta noche, creo que comenzó a verla de manera diferente. Por supuesto que si me preguntan cómo de diferente estoy hablando, no sabría qué responder. Era diferente, en efecto, pero no lograba diferenciar si es que acaso era con respeto por salvarnos la vida, o sencillamente como un reto todavía más atractivo.

De lo que estaba seguro es que el bienestar de aquella niña no aumentaría ni con una ni con la otra.

Después de darme una ducha rápida y exhaustiva en el baño de abajo, subí a mi habitación para ver qué podía hacer por fin con mi frente, pero lo cierto era que solo buscaba distraerme de la chica semidesnuda que estaba en mi baño y a la cual le acababa de pasar uno de mis pantalones más ajustados. Concluí que, el dolor me ayudaría a desviar mi atención del camino pecaminoso.

Frente al espejo, me aparté el cabello lejos de la frente y constaté que, como siempre, la sangre había hecho parecer más grave a una herida que en realidad, como mucho era del tamaño de una uña. Comencé la labor de curármela cuando percibí el sonido de una puerta abriéndose y la pequeña Sami, ataviada con mi ropa apareció en el campo del espejo. Tras una rápida vista, les puedo decir con certeza que después de este día, no podría recordar una camiseta que me gustase más que esa.

Seguí con lo mío, intentando por todos los medios permanecer sereno aun pese a su cercanía, no era nada seguro para ella rondar cerca de mí como no descubriese con qué ojos comenzaría a verla Oscuro.

—Déjame echarte una mano. -Susurró de pronto antes de acercarse con un algodón húmedo con lo mismo que yo me aplicaba.

La dejé estar mientras tomaba asiento, demasiado ofuscado con la situación como para oponerme. Por un segundo, distraídamente acarició mi cabello mientras aplicaba el ungüento, eso antes de percatarse de lo que hacía y apartara la mano. Casi se me escapa una sonrisa.

—¿Te duele? -Había preguntado en algún momento, y su preocupación me pareció tan autentica que me incomodó. Definitivamente lo que estábamos haciendo estaba mal en más de un sentido.

Negué con la cabeza, porque en verdad así era. —Uno termina acostumbrándose con el tiempo.

La observé a través del espejo mientras arrojaba algunos materiales a la basura. Tomé un poco de gaza y corté un pedazo de adhesivo a prueba de agua para pasárselos. —¿A qué te refieres?

—Al dolor. -No supe qué más decir, y creo que ella tampoco.

Un minuto más tarde, la sensación incomoda de la pegatina en mi frente ya me estaba irritando. Sami había culminado su labor, sin embargo, continuaba allí, plantada por encima de mi cabeza. Sabía que estaba observándome, o bueno, lo veía a través del espejo. Me preguntaba que estaría rondando por esa inconsciente cabecita suya, así que, desafiando mis principios para con su bien, elevé el rostro y le devolví la mirada.

Su expresión estaba consternada, su ceño fruncido y volvía a hacer eso con la boca que tanto me... Divagues, Luka, divagues.

Barrí su rostro, necesitando comprobar qué tanto daño se había hecho en verdad, y con enfado, noté el hematoma que ahora lucía en su mejilla. Apreté la mandíbula, desconociendo por qué me cabreaba la existencia de aquella herida cuando solo me tenía que bastar que la chica estuviese respirando por cuenta propia.

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