Capítulo 19: Collen

71 7 1
                                    

Luka.

Sami se abalanzó sobre el niño rubio y ambos cayeron en la grava frente a la mirada divertida de la madre del infante, los cachorros de lobo comenzaron a ladrar y jugar alrededor de los dos. Nos encontrábamos en un parque, y yo estaba sentado bastante cerca de ellos, pero no lo suficiente, por supuesto. La risa de los tres podía llegar a mis oídos como apenas un suave murmullo.

Como desde ya cuatro días, hoy vigilaba que Sami no se metiese en problemas. Me di cuenta que había bajado considerablemente la guardia desde el último día en que nos vimos cara a cara, y a parte de que no lograba entender cómo remotamente luego de enfrentar a su acosador esa chica podía  andar por ahí tan tranquilamente; también sabía que eso no era para nada bueno, porque creer que todo lo malo ya había pasado era igual a creer que el cáncer desaparecería de la noche a la mañana. Sonará crudo, pero esto es solo la calma que precede a la tempestad.

Gracias a este tiempo de reflexión pude darme cuenta de muchas cosas, que Sam adoraba el color violeta era una de ellas, que aquel cachorro blanco respondía al nombre de Balto, y era suyo. También que no le agradaba para nada entrar al agua, por lo menos no concentrada en grandes cantidades, como playas.

Me pregunto de dónde habrá surgido tal aborrecimiento a una piscina, curioso.

Como podrán notar, estas últimas semanas fueron claves de valiosos descubrimientos. Noté mi extrema aversión al sol, y que cada día en la heladería era un día menos de ser esclavo de alguien, además, descubrí que padezco de otro grave problema.

Me gustaba mirar a Sami.

Maldición.

Me encantaba.

Y todavía no estaba enterado de porqué. Más allá de engañarme con que todo era parte de evitar que aquel chico le hiciese daño y me culpasen por antiguo pecador, disfrutaba observarla.

—oOo—

Tomé un trago largo de mi bebida, no más para hacerle esperar. Me agradaba la sensación de que los demás dependiesen de mí. El ardor bajó por mi garganta, extasiándome.

—¿Cuánto? -Insistí a la pelinegra que tenía al lado y acababa de llegar a ofrecerme sus servicios. Dicen que no hay mejor publicidad que la de boca a boca, y yo estoy a punto de probar la calidad de la suya.

La chica bajó la mirada, parecía avergonzada, y no precisamente en el sentido bueno de la palabra, o más que bueno, en el sucio, que era el que me gustaba. Susurró su costo casi inaudiblemente.

Su voz era suave y delicada, al igual que sus facciones y vestimenta. Desencajaba notablemente con el resto de las señoritas que desempeñan esta clase de oficios de placer tan vitales para la sociedad. Su maquillaje era casi mínimo, y su escote apenas era insinuante. Pero bueno, me daba bastante igual lo que llevase puesto, de todos modos en breve se lo quitaría con los dientes de ser necesario.

Oscuro se lamió la boca en aprobación, comenzando a impacientarse. Desde hace días está ansioso, provocando contagiarme de tan irritante ánimo. Últimamente, con las constantes "visitas" a Sami, está más sensible.

Expresa sentirse como un león enjaulado, y realmente no lo culpo, porque del mismo modo me siento yo. Algo así como un pobre mendigo al que le ponen un trozo de bistec en la punta de la nariz, sinceramente no me quejaría de comer por lo menos carne cruda a esta altura.

Pero claro, a diferencia de mí, Oscuro no conoce de control, él es puro impulso, por eso quiere ir tras ella de una maldita vez y darse gusto. Ese es su problema.

No le importa lo demás, ni el otro asesino, su madre, o el encierro. Oscuro está hasta las metras del estúpido patrulleo, pero sobre todo, está hasta las metras de observar a Sami día y noche y no tener las posibilidades más remotas de jugar con ella.

ObsessionWhere stories live. Discover now