Capítulo 36: Dos semanas de pausa

39 3 0
                                    

Sam.

Antes creía que a parte de lo que ya saben, el resto de mi vida se encontraba en una armonía medianamente decente, soy una adolescente al fin y al cabo, costaría tener una vida del todo estable.

Vamos que valoraba demasiado tener un buen par de manos útiles y operantes, una familia que me amaba, amigos geniales, una orientación sexual bien definida (Difícil a esta edad para algunos) y gracias al cielo podía decir con orgullo que no sufría a causa del amor de ningún patán.

Pues bueno. Las cosas están sometidas a constantes cambios, como leí alguna vez.

Luka se había ido con esa chica. Si, Luka, el mismo que momentos antes me había besado dentro de ese horrible armario. Y también, por el mismo idiota que ahora contenía el llanto delante del espejo de mi baño. Ave María, todavía podía sentir el olor del desinfectante debajo de mi nariz.

Era patética.

¿Por qué me encontraba tan afectada? ¿Por qué? ¿Por qué siquiera me importa que se fuese abrazando a esa estartalada rubia de pote?

Santo cielo. Ya estaba pagando mi frustración con la chica, ella no tenía la culpa de ser una puta. Para nada tiene la culpa y lo sé, por supuesto que aún seguía con mis macabras ganas de hacerla tropezar sobre un charco de escremento. Pero sin mala intención, oigan.

¿Y saben lo peor? ¿Quieren saber qué es lo jodidamente peor de todo el asunto?

Yo conocía la respuesta a mis sentimientos. Conocía demasiado bien los celos y también entendía muy bien sus causas, no era ninguna ciega cuando de emociones se trataba. Claro que por tener esa certeza ya revelada y asimilada, comenzaba a enloquecer con otro temilla consecuente.

Luka. Luka era el problema. ¿Y quién más que él? Últimamente está tan involucrado con mis penurias que casi parecen más suyas que mías, o nuestras en todo caso.

¿Por qué él?  De todos mis conocidos, o bueno, ¿Por qué él entre cualquier idiota del mundo, del mismísimo universo de Marvel y sus multiversos? ¿Por qué no James? Quien es un buen chico, uno con andares menos seductores y de pensamientos más decentes.

Incliné la cara sobre el lavabo e inspiré fuertemente, dilatando mis fosas al máximo. Había estado llorando desde que abrí la puerta de mi alcoba, incapaz de demostrar mis lágrimas a mi familia.

Era patética, era patética porque me gustaba el chico dañado al que tanto había temido. Pero bueno, ¿quién no tiene un tóxico amor platónico hoy día?

Sentía cosas por Luka. Cosas malas. O más que malas, cosas que no debería estar sintiendo por alguien que me ayuda solo porque le conviene hacerlo. Cosas que me había descubierto sintiendo la misma noche que salía con un chico y mi corazón se aceleraba al ver a otro. Naturalmente no pretendo que con esto que les digo se hagan falsas ideas, no dejo de tener presente quién fue el Luka de antes, pues a veces me cuesta no notar atisbos de él.

Vale, dicho lo dicho. Ahora viene la cuestión verdaderamente importante de todo este monólogo, aquella que estoy convencida les está carcomiendo el cerebro en este instante: ¿Qué harás al respecto, Sam?

Pues bien, haría lo mismo que eficientemente llevaba haciendo hasta el momento.

Nada.

Estaba convencida de que lo mejor sería tomar todo lo relacionado a Luka y encarcelarlo en un archivo de "Peligro. No tocar".

Decidí ya dejarme de dramas e irme a la cama, pues el mundo no iba a acabarse solo porque me gustase el chico equivocado. Confiaba que todo esto quizás fuese una estúpida confusión resultante de haber pasado tantas emociones fuertes junto con la misma persona. Me había salvado la vida algunas veces, quizás inconscientemente lo había empezado a ver de manera diferente solo por eso.

ObsessionWhere stories live. Discover now