Capítulo 6: Pagando por inocente

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Luka.

Cuando finalmente acepté a Nuestro Señor Jesucristo dentro de mi corazón, y me replanteé aquello de ser caritativo y todo ese rollo de tirarle pan caliente a los pobres, tuve que poner en práctica eso a lo que Dios le dice misericordia.

Por primera vez en toda mi existencia, decidí ser benevolente, y permitir que la idiota de Sami siguiese con su vida. No me ilusionaba la idea de que respirase, pero después de una exhaustiva meditación, concluí que yo no era quién para impedirle estudiar una carrera que no le gustase. Como tampoco para evitar que tenga un marido infiel, ni mucho menos, tres hijos malagradecidos que la dejen morir sola en una vieja casucha. ¿Por qué quitarle yo tanta felicidad?

Uno diría que, si yo tuve la cortesía de dejar a Sami en paz, por lo mínimo ella podría devolverme el gesto también, no lo sé, algo así como dando y dando. Pero claro que Sami no podía desecharme de su vida así de fácil, le gusto demasiado como para que no mencione mi nombre por lo menos una vez al día. Fíjense que a penas va una semana que estoy disponible en el mercado y ella ya quiere ocuparme.

Apreté la mandíbula, sin poder controlar los reproches cada vez más fuertes de Oscuro.

Nunca creí que fuesen a esposarme de nuevo en mi vida, el metal pica contra mi piel aún más de lo que recordaba. Supongo que se trata de un rechazo nato de mis células al encierro.

El par de ineptos policías me hicieron subir a la patrulla mientras recitaban algunos de mis derechos y los cargos de los que se me acusaba. Respiré profundo, con feroces ganas de informarles que bien podían meterse sus ciudadanos derechos por el culo.

Maldita sea. Estaba comprando víveres con mi madre, ¡Santo Dios! Y ellos creen que irrumpí en la casa de Samanta hace menos de quince minutos. Ni siquiera sé dónde vive con certeza aquella cría ¡Joder!

De todos modos, ¿cómo carajos podría llegar tan rápido a mi casa cuando Sami vive al otro lado de la ciudad? ¿O es que acaso una extensión diabólica de mi cuerpo se había tele transportado a hacer lo que tanto quiere Oscuro?

Idiotas.

Es algo tan ilógico. Me pregunto si es que acaso también me culparán por asesinar al pollo cuyos muslos compramos, o por secuestrar a los hijos de la gallina a la que le pertenecen los huevos del cartón, ¡infiernos! Ahora la vaca de la que extrajeron la leche de jarra, seguramente me denunciará por acoso sexual en lugar de a aquel que le manoseó las ubres.

Uno de los oficiales cerró la puerta a mi lado de un fuerte portazo. Podía escuchar los gritos histéricos de Estela al otro lado, y aunque sabía que no servirán de nada en absoluto, me agradó que me defendiese, que creyese en mí sin importar el pasado.

Los vecinos comenzaban a salir tímidamente de sus casas, la mayoría vestía sus pijamas y batas de dormir. Querían ver de primera mano lo que estoy seguro será el cotilleo del año. Supongo que esto colaborará enormemente a mi buena fama.

Me recosté sobre el asiento, tranquilo. No he hecho nada malo -Por primera vez.-, sea de lo que sea de que me acusen, no soy el culpable.

Cerré los ojos. Esto es lo que gano con ser decente, tener que trasnocharme en un absurdo interrogatorio, con dos absurdos policías, en una absurda comisaría, y lo más absurdo es que mañana en la mañana tenía mi primer día de trabajo.

Los dos uniformados entraron en la patrulla, podía escuchar sus radios haciendo ruido, pero estaba demasiado enojado como para que me importase. Encendieron el coche y tomaron rumbo a la autopista. Pude ver al auto de Estela siguiéndonos de cerca.

—OoO—

—Hola. –Hice una mueca que estaba seguro no se parecía para nada a una sonrisa. —Bienvenido al Mundo Choco Chispas, ¿qué desea ordenar el delicioso día de hoy? –No me esforcé porque mi tono se escuchase un poco menos sombrío, me pagaban por decir aquello, no por ser simpático.

ObsessionWhere stories live. Discover now