Obsession

Capítulo 30: Pistas que desmotivan

Sam.

Observé fijamente a Tif adivinando por su reacción que la chica se había acordado del nombre de mi antiguo hermanastro. Y para ser sinceros, lo presenté sabiendo que esto podía suceder. Estoy demasiado cansada como para continuar diciendo mentiras a todos, es demasiado frustrante ser una mentira andante vaya a donde vaya. Fingir delante de mis amigos que todo anda bien, y fingir delante de mi familia que nunca he tenido un solo contacto con Luka.

Por esa razón, a último minuto decidí decir el nombre verdadero de Luka, ya llevaba mucho tiempo con la idea de confesarme con Tif rondándome la cabeza de todos modos.

Los cuatro comenzamos a caminar sin saber del todo hacia dónde ir o qué mirar. El lugar era un completo asco, había más suciedad que cualquier otro sitio al que hubiese ido, muchos postes no tenían focos, como si alguien se los hubiese llevado, y los cables estaban repletos de pares de zapatos descoloridos y rotos. Como Luka había dicho, se estaba cerciorando al pie de la letra no separarse de mí, empezaba a creer que se lo estaba tomando demasiado en serio.

Saqué mi móvil al igual que los demás y encendí la linterna, buscando cualquier indicio -Cualquiera- de que Cindy había estado por ahí como había afirmado aquella mujer, la esposa de un pescador que vive teóricamente cerca y que vino a buscar a su marido tarde por la noche.

Ahora que estaba aquí y veía lo desolado del muelle me cuestionaba qué mujer podría atreverse a venir sola a este basurero, tendría mucha suerte si solo se le apareciese el fantasma de algún marinero y no un tipo de carne y hueso. Y antes de que opinen, nosotras habíamos estado a punto de venir solas, sí, pero esta era una cuestión importante. Vale, quizás los oficiales no habían logrado dar con nada, y no los culpábamos, sin embargo, la terquedad parecía ser el súper poder del equipo.

Habíamos estado recorriendo en silencio total todo el lugar e inspeccionando las bodegas abandonadas a las que podíamos entrar durante una hora más o menos y todavía no encontrábamos una sola pista. Cindy era una chica muy inteligente, y si es que acaso había sido traída hasta aquí en contra de su voluntad, encontraría la manera de hacérselo saber a las personas que la buscamos. Esa era mi esperanza. Habían dicho que estaba con alguien y yo no sabía si era bueno o malo, no obstante, mi instinto me decía que no me iba a agradar saberlo.

Casi habíamos entrado a todos los depósitos a lo largo de la calle número cuatro, el muelle se encontraba a unos cuantos metros de distancia y la congelada brisa marina me entumeció el rostro. Me abracé a mí misma después de bajar un poco más el gorro de lana que sabiamente me había traído. Llevaba unas deportivas rosas, un blue jean junto con una camiseta manga larga y un suéter azul cielo, pero aun así estaba a punto de tiritar.

Entramos a otro depósito, este parecía ser el más grande en el que habíamos estado, y también el más sucio. Había colchonetas destrozadas, ropa harapienta y restos de comida podrida. Imaginaba que alguna pobre persona había estado viviendo aquí pero al final debido al frío tuvo que irse.

Un calor reconfortante se instaló encima de mi cuerpo de un momento a otro, tras levantar la vista, me encontré cubierta con una chaqueta de cuero bastante grande. Sin mediar palabra, Luka se alzó de hombros y continuó arrastrándome consigo y las chicas. Era impresionante que incluso su ropa pudiese oler tanto a él cuando estaba segura que no se trataba de ningún perfume. Le susurré un suave agradecimiento, sintiéndome al fin caliente.

Barrí la linterna por el lugar. Más basura, ropa, y ¡oh! Adivinen, más basura, incluso hay un único zapato que hasta parece ser nuevo y de buena marc...

Me detuve de golpe, captando la mirada interrogativa de Luka. —¿Qué sucede? –Escuché a Cami.

Levanté mi linterna de nuevo, iluminando el solitario zapato de color rojo y brillantina dorada en el costado. —Reconocen ese zapato, ¿no? –Mi voz había vacilado demasiado.