Capítulo 20: Superchico

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Sam.

Grité.

El ambiente estaba envuelto en una absorbente bruma de exaltación que me encantaba. Cielos, cómo había echado en falta esto.

Balanceé las caderas siguiendo el contagioso bajo y volví a gritar a coro con la multitud. Estaba poblada de sudor, pero no importaba. Jesús, mis piernas quemaban, pero bien podían seguir haciéndolo. Esta noche no tendría fin. Comencé a saltar y agitar los brazos conforme la música aumentaba su ritmo.

Di una vuelta lenta sobre mí misma y me detuve en dirección a Linda, a quien le sonreí y guiñé un ojo antes de tomar sus manos y arrastrarla a bailar conmigo y Matt. Me giré un momento, buscando a la dichosa festejada, y me la encontré en una situación bastante acalorada con su vampiresco amigo Liam, imagino que después de semejante beso ese título ya no los describirá como antes.

Volteé, inmediatamente incomodándome con tal muestra de afecto y a la vez sintiéndome orgullosa de mi muchacha.

Hija de tigre.

Linda y Matt me devolvieron una mirada cómplice justo antes de que el pecho fornido de uno de los compañeros de equipo de Matt se interpusiera en mi camino. Un chico con aparentes dieciocho y el cabello castaño muy corto, tanto que casi podía ir a juego con aquel traje de sargento. Posicionó sus manos en mis caderas tímidamente, sus piernas tambaleándose de manera un poco torpe.

Coloqué una mano en cada uno de sus hombros y me dejé llevar por la melodía. La mayor parte del tiempo fui yo quien guió la situación, el chico era bastante lindo y simpático, pero esperaba que nadara mejor de lo que bailaba.

Cami movía aquella cola felina como nunca, estaba no muy lejos de nosotros y con un chico universitario muy atractivo que había conocido hace un par de semanas en una visita a la universidad a la cual pretende asistir; por lo menos ella sí sabía lo que quería hacer una vez graduada. A estas alturas, yo me conformaba solo con seguir respirando llegado ese momento.

En lo que respecta a Cindy, la chica estaba desaparecida, creo que siquiera había llegado y eso era bastante extraño, porque no respondía nuestros textos desde la mañana, y sus padres tampoco lograron darnos razón de ella. Claro que, no nos preocupaba demasiado, Cindy solía hacer esta clase de cosas, darse fugaces escapadas con sus amigos malotes del escuadrón de porristas.

Como toda la entrometida que era, le di varias repasadas a la posible futura pareja. A pesar de que la cita de Tif era mi vecino desde hace algunos años, no lo conocía demasiado, y su repentino interés por mi amiga me daba cierta desconfianza después de haber escuchado sobre su extenso record de corazones rotos.

Sin embargo, descubrí que me convencía la mirada dulce que Liam le devolvía a Tiffany, me dio la impresión de ser autentica, e internamente rogué que así fuese, porque le haría mucho daño a Tif de lo contrario.

Y yo al buzón de correos frente a su casa también. Era mejor que se comportase o sacaría a la luz mi imparable lado vandálico.

Para la siguiente canción, Liam había desaparecido en quién sabe dónde con el par de amigos que le acompañaban, y entonces Tif se unió a nuestro trío de danzantes. Tenía una inmensa sonrisa estampada en el rostro y no pude evitar contagiarme de su ánimo.

Danzamos como desde hace tiempo no lo hacíamos, y yo, en particular, grité hasta quedarme sin aliento. Estaba innaturalmente convencida en disfrutar las pocas ocasiones agradables que la vida me regalase.

El asunto con L comenzaba a ponerse más serio conforme pasa el tiempo. Ayer lo entendí. Hace cinco noches sentí esa certeza tan fuertemente como las manos que me asieron la boca.

ObsessionWhere stories live. Discover now