Capítulo 2

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Aún no puedo creer lo que dijo. ¿Cómo se atreve? Apreté la mandíbula con enojo, enterrando en lo más profundo de mi ser esos fastidiosos nervios.

—¿Cuál es su nombre? —espeté, buscando en mi escritorio la planilla de rasgos.

La encontré debajo de mis cuadernos dentro de una carpeta. Busque el bolígrafo y me puse en posición para apuntarlo.

—Jeon Jungkook, a su servicio, hermoso.—sonrió con picardía, haciendo una ligera reverencia.

Lo miré con seriedad, respirando profundamente para no desviarme de lo primordial. Busque su nombre en la lista y al encontrarlo, moví mi mano para colocarle puntos menos pero su voz me detuvo.

—¡No! Ya me voy, Profesor.—rió con gracia, dejando su examen en mi escritorio.

Mis ojos siguieron sus movimientos hasta ver como se sentaba y continuaba riéndose de mí. Chasqué la lengua con disgusto, no lo entiendo. Tome el informe y comencé a inspeccionarlo. Su letra es promedio, ni buena ni mala al igual que su redacción, más sin embargo su contenido es completo y exacto.

Mis ojos se abrieron de par en par, es sumamente preciso, a pesar de que no aparenta ser tan inteligente. No es que quiera juzgarlo. Volví a revisar como unas diez veces más en busca de cualquier error pero él muy condenado no tiene ni uno solo. Dios, lo odio. Escribí una grande A+ en toda la hoja, maldito.

Varios alumnos se acercaron a entregarme sus informes. El resto de la clase transcurrió con normalidad, en varias ocasiones lo pillé mirándome y cuando nuestros ojos se encontraban sacaba su lengua seductoramente.

No lo entiendo, ¿Qué le sucede? Mis mejillas ardían en fuego pero no le daré el gusto. Recogí mis cosas al oír el timbre sonar. El resto de estudiantes entregaron sus trabajos y con dificultad, tomé todos en mis manos.

Me cuesta equilibrarme, mis brazos comienzan a cansarse. Caminé de lado para poder ver mejor por donde pasaba. Por el rabillo del ojo note una cabellera azabache acercarse detrás de mí, un pinchazo en mi nalga derecha me hizo soltar un quejido. Me gire inmediatamente para encararlo pero ya no estaba.

¡Señor, dame paciencia para no irme a la mierda! ¿Cómo se le ocurre? ¡Me tocó una jodida nalga! Una abrumadora vergüenza se instaló en mi cuerpo mezclándose con la impotencia.

Hice maniobras con mis manos y ni siquiera se como diablos logré abrir la puerta del auto. Tire todas las cosas al fondo de los asientos traseros y entre en el carro con cansancio. Apoye mi rostro en el volante, soltando un fuerte grito de frustración.

—¿Qué debo hacer? —me dije a mí mismo, exasperado.

El recuerdo de sus profundos ojos inundó mi mente, sus mal intencionadas palabras e inclusive sus expresiones malvadas. Es malo, cruel y se nota que de paso, es mujeriego. Respire profundamente, debo practicar más esos ejercicios de respiración.

Saque el celular de mi bolsillo y le marque a Hoseok. Me sorprendió que contestará tan rápido.—Hola, Jimin.

—Al fin me llamas por mi nombre.—sonreí, sintiéndome mucho mejor.

—No lo arruines, Jimeno.

Rodé los ojos aunque él no pudiera verme.—Ya vamos de nuevo.

—Cuentame, ¿Qué hiciste hoy?—inquirió, cargando su voz de emoción.

Arrugue la frente de solo recordarlo. Aspire hondo y solté todo, desde que puse mi jodido pie en ese instituto hasta que salí. Hoseok solo se ríe fuertemente, como todo un maniático.

Sweet Caprice ↛ KookminWhere stories live. Discover now