Capítulo 4

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—Jungkook, sueltame.—exigí, tratando de alejarme.

Solté un chillido de frustración al escucharlo reír de esa forma, tan burlesca y despreocupada. ¿Es que acaso no ve que estamos en un jodido colegio y en ésta posición? Hice mis manos puños, los apreté fuertemente descargado en ellos toda la rabia que me esta consumiendo.

Oí de lejos voces y mi corazón comenzó a martillar con fuerza, no puede ser posible. El aire abandonó mis pulmones, trate de aspirar fuerte pero el nudo en mi garganta no me deja. La desesperación se apoderó de mi mente y no logro pensar con claridad.

El susurro se hizo más audible, acercándose cada segundo más. Miré a Jungkook con desesperación y el muy maldito sólo se está riendo. ¡Es que lo odio! Apreté la mandíbula lleno de enojo y en un ataque de impulsividad le di un puñetazo en la mejilla, haciendo que me soltará.

Aproveche el momento y me alejé con rapidez, tomé mis cosas sin ser consciente de lo que acabo de hacerle. Me apresure para abrir la puerta y escapar de este horrible lugar que está empezando a torturarme, mejor dicho, alguien.

Centre la mirada al frente sin prestarle atención a nadie. Sólo quiero llegar a mi casa y que me trague la tierra si es posible. Abrí la puerta principal con más fuerza de la debida llamando la atención de más personas, ¿Acaso hoy estoy de mala suerte o qué? Tire las cosas al fondo de mi auto una vez que logré encontrarlo y apoye mi cabeza en el volante.

—¡Maldito Jungkook! —grité, liberando todo el enojo que estuve conteniendo.

¿Cómo pudo hacerme eso? Sabía que esas personas se acercaban y es peligroso para mí, siquiera estar a un centímetro de distancia con él. No lo creo aún, mi cuerpo aún tiembla y una sensación de alerta me recorre por completo. No puedo permitirlo, esto debe terminar de alguna forma.

Arranque el carro, una vez que me sentí mucho mejor, aliviado. Mire a mi alrededor, hace tiempo que no visito a Hoseok. Cambie de dirección y me dirigí a su casa, cerda del río donde a veces suele bañarse.

Me tomó diez minutos aproximadamente aparcar el auto en un lugar seguro. No confío en que no vaya a pasarle nada. Guarde las llaves en mi bolsillo y camine por un sendero que me conduce a la puerta marrón, color característico que lo define, su color favorito.

Toqué el timbre insistentemente y al cabo de dos minutos, abrió rápidamente dejando en evidencia su mojado cabello.

—¿Bañándote en el río otra vez? —inquirí, pasando al interior de su casa.

—¿Para que lo tengo entonces?—entornó los ojos, tirándose con pereza en el sofá.

Me senté a su lado, borrando cualquier expresión de mi rostro. Tome una gran bocanada de aire y solté todo lo que me había pasado, tan rápido y torpe que es extraño. Mis manos tiemblan y los sentimientos arden en todo mi ser.

—¿Qué me está pasando?—suspire, cubriendo mi rostro con las manos.

—¿Y por qué no dejas que te folle y ya? —se encogió de hombros, indiferente.

El calor se extendió por mis mejillas al instante.—¡Hoseok!

Él comenzó a reír con diversión al verme tan avergonzado. Idiota. Me cruce de brazos y comencé a ignorarlo. ¿Cómo se le ocurre decir eso? ¿Acaso está loco? Mejor no respondo lo último.

—Relájate Jimin, si no te gusta entonces déjalo ser.—le restó importancia. Sonrió, levantando una ceja.—Y si te gusta, entonces hazlo. Nadie tiene porqué saberlo.

—No se porque demonios hablo de esto contigo.—negué con la cabeza, decepcionado.

—Yo tampoco sé.—me guiñó el ojo de forma coqueta.

Sweet Caprice ↛ KookminΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα