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La reputación del escuadrón Itachi creció enormemente luego de aquella exitosa misión. La historia de que apenas tres jóvenes shinobi habían sido capaces de derrotar a setenta cazadores ANBU de Kiri recorría el mundo, sus nombres eran conocidos en cada nación.

A pesar de esto, Asuna había sido reasignada a otro escuadrón desde que habían asignado a Itachi a una misión ultra secreta al mando de Shimura Danzō.

—Luces cansado, Shisui —murmuró Asuna, quien prácticamente se atragantaba con ramen instantáneo mientras su acompañante apenas había tocado el tazón.

—Maldición, vas a atorarte —se quejó él, extendiéndole una servilleta para que se limpiara las manchas de comida del rostro.

—No me cambies el tema —ella lo apuntó con los palillos.

Shisui suspiró con fastidio. Hace ya algunos meses, desde que Uchiha Itachi había ingresado al ANBU el clan le había ordenado espiarlo porque desconfiaban de él. El clan Uchiha planeaba un golpe de estado en contra de la aldea por lo que Itachi había ingresado a su posición como un espía, al igual que Shisui, sin embargo ninguno de los dos compartían los ideales de su clan, para ellos era mucho más importante la paz en la aldea, así que ambos habían acabado trabajando como doble espías.

—No pasa nada, Asu.

—Mientes —canturrió ella, llevándose el tazón a la boca para beber la sopa.

Shisui suspiró, sabía que no podía ocultarle nada porque ella lo descubría de inmediato a través de su chakra.

—¿Recuerdas lo que te conté sobre el clan? —preguntó en un murmullo, como si alguien fuese capaz de oírlos aún en esa soledad. Asuna asintió con seriedad—. Las cosas se han complicado. El clan ya no quiere dialogar, incluso he pensado controlarlos con el kotoamatsukami, pero...

—Realmente eres capaz de cualquier cosa por mantener la paz en Konoha, ¿no es así? —musitó Asuna, entristecida.

Le preocupaba, cada vez más le preocupaban sus amigos. Conocía sus ideales, sabía que eran capaz de sacrificar cualquier cosa por mantener la paz de la aldea aún si tenían mucho que perder.

—Estoy preocupada por ti, tengo un mal presentimiento —confesó, escondiendo su rostro detrás del tazón de ramen.

—Estaré bien, Asu —aseguró Shisui, juntando su mano con la de ella, quien le dio un suave apretón mientras esbozaba una sonrisa desanimada.

Asuna lo acompañó hasta la salida de su apartamento, sabía que amigo tenía una importante misión esa tarde. Se apoyó en el marco de la puerta y exhaló con cansancio, provocando que Shisui se girara hacia ella y la observara con ternura.

—No me mires así. Tus hermosos ojos están hechos para brillar de felicidad, no por culpa de las lágrimas.

Asuna le soltó un golpe en el brazo.

—¡No estoy llorando, idiota!

Shisui rio y no se contuvo de llevarla hacia su pecho con ayuda de sus brazos, en donde Asuna apoyó su mejilla y suspiró nuevamente.

—Estaré bien —repitió, sabiendo que se trataba de una mentira.

—Te creeré, Shisui.

Se separó de ella y le dedicó una sonrisa seguida de un guiño, provocando que Asuna riera con vergüenza.

—¡Te veré pronto!

Volvió al interior de la casa y se apoyó en la puerta, el silencio invadió el lugar. Naruto ya estaba en la Academia, había comenzado a asistir hace apenas unos meses y Kaede ya no vivía junto a ellos. Ambos estaban lo suficientemente grande para vivir por su cuenta por lo que vez que se encontraba en casa estaba sola.

Se levantó de la silla y retiró los trastes que habían usado en el almuerzo, pero cuando estaba por comenzar a lavarlos golpearon la ventana de su habitación. Rodó los ojos, pero aún así corrió hacia la habitación con una sonrisa en el rostro y la abrió, dejando entrar a Uchiha Itachi.

—¿No sabes tocar la puerta? —se burló, manteniendo sus manos en su cintura y su ceja enarcada.

—Es la costumbre —se defendió Itachi, encogiéndose de hombros.

Asuna se sentó sobre su cama y palmeó sus piernas, invitándolo a acomodarse en ellas. Itachi sonrió y obedeció.

—¿Ya has almorzado? —preguntó, dándole una mirada.

Él negó levemente con la cabeza, provocando que Asuna frunciera el ceño.

—¿Por qué no? —se espantó ella—. Últimamente estás comiendo mal. Has adelgazado, Itachi.

Él se incorporó hasta quedar sentado frente a ella y posó su mano en su cabello rojizo, regalándole una sonrisa amable. No era necesario que ella supiera que apenas ya iba a almorzar a su casa solo para evitar a su padre.

—No te preocupes tanto, estoy bien.

Asuna enrojeció.

—No dejaré de preocuparme por ti. Eres mi amigo y también conoces mis sentimientos —murmuró, mientras mantenía los ojos cerrados y el ceño fruncido en un intento de controlar su vergüenza.

—También conoces mis sentimientos —le recordó Itachi, apoyando su mejilla contra el hombro de ella.

Las cosas siempre habían sido simples entre ellos. No sabían en qué momento su amistad había pasado a ser algo más, pero ambos habían notado el cambio en sus sentimientos y fue Asuna la primera en confesarlos luego de ver a Izumi coqueteándole a Itachi. Jamás olvidaría ese día en que con el rostro rojo de coraje le había gritado que lo quería como algo más que a un amigo.

Su sorpresa fue que Itachi le respondiera que se sentía de la misma manera.

—¿En qué piensas? —preguntó Itachi, tomando la mano de ella.

—En que prepararé algo para que comas —decidió Asuna, incorporándose y sin soltar la mano contraria, avanzando hacia la cocina.

—No es necesario.

Asuna hizo caso omiso. En veinte minutos Itachi estaba comiendo omosubi de algas con una sonrisa inocultable mientras ella preparaba dangos caseros para que se llevara a casa cuando se marchara.

—Estaba delicioso, gracias —reconoció él una vez terminó.

—Uso la receta que Mikoto-san me enseñó —confesó Asuna, esbozando una sonrisa traviesa.

Itachi también sonrió.

Estuvieron recostados sobre una manta en el suelo de la sala el resto de la tarde. Hablaron de misiones, de jutsu y también del golpe de estado que el clan Uchiha planeaba dar.

—Pase lo que pase puedes contar conmigo. Siempre estaré a tu lado —aseguró Asuna una vez acabaron de charlar sobre aquel asunto tan delicado.

Itachi colocó uno de sus brazos en el suelo para aguantar su peso, quedando sobre Asuna, quien estaba recostada sobre la manta. Acarició su cabello rojizo con su mano libre y la deslizó hacia el sello en forma de diamante que descansaba en su frente. Ella enrojeció ante el contacto, pero acabó una sonrisa tímida cuando la mano del Uchiha llegó hasta su mejilla y comenzó a aproximar su rostro al suyo.

Sus labios hicieron contacto y Asuna sintió que algo estallaba en su pecho. Era una sensación mágica, pacífica, podía sentir las mariposas revolotear en su estómago y su cuerpo se estremeció cuando la mano de Itachi se deslizó desde su mejilla hacia su cuello.

Una vez que se separaron Itachi se incorporó dispuesto a marcharse, aún tenia mucho que hacer. Asuna lo imitó, aunque su mirada estaba en el suelo en un intento por esconder sus mejillas que competían con el color de su cabello.

—Vendré a recogerte por la mañana, ¿de acuerdo? —le recordó Itachi.

—De acuerdo —asintió Asuna. Tenían una importante misión de reconocimiento al día siguiente.

Sonrió con timidez cuando él presionó sus labios contra su frente como despedida.

Itachi era su apoyo, eran esas manos que siempre estaban extendidas hacia ella para levantarla, era capaz de contenerla en sus peores momentos. Y con ese amor joven e inexperto que él profesaba hacia ella, Asuna sentía que podría lograr cualquier cosa mientras Itachi estuviera a su lado.

TAIYŌ | UCHIHA ITACHIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora