14

15.3K 1.5K 1.1K
                                    


La lluvia torrencial de aquella noche apenas le permitía ver, solo se estaba fiando de su habilidad sensorial para encontrar la guarida de Akatsuki.

—¿Estoy tomando el camino correcto, Kurama?

La bestia estaba recostada boca arriba con una de sus colas moviéndose de un lado a otro.

Eres tú la ninja sensorial.

—Sabes que no hablo de eso.

Kurama abrió sus ojos rojos y la observó fijamente.

Que haya decidido entregarte mi poder no significa que me haya convertido en tu consejero espiritual, mocosa.

Nunca volveré a rascarte detrás de las orejas —canturrió Asuna, acercando su mano al pelaje del zorro.

Kurama bufó.

Eres una mocosa capaz de cambiar a las personas, o tal vez solo eres muy insistente y algo desesperante —concluyó—. Mira, lograste convencerme de entregarte mi chakra.

Asuna se largó a reír.

Solo te prometí que haría algo con tu odio. No eres mi enemigo, al contrario. Eres una parte de mí, mi aliado.

El camino que decidas recorrer estará bien para mí mientras lo recorras con paso firme —aclaró, antes de cerrar los ojos para seguir durmiendo.

Así era su relación desde que Asuna había entrenado en Kumo para controlar al kyūbi con ayuda de B, el jinchūriki del hachibi. Luego de dar cada uno de los pasos, dejando el odio de su corazón atrás y llevando una batalla interna contra Kurama para quitarle su chakra, fue capaz de lograrlo, pero no por la fuerza. Kurama había decidido ceder luego que ella confesara que no lo odiaba, y que incluso le agradecía por haberle prestado su chakra muchas veces para protegerse.

Kurama comprendió que ella era diferente y decidió confiar nuevamente en un humano, en alguien que él estaba seguro que haría un mundo distinto.

Asuna suspiró y apoyó su espalda contra el tronco de un árbol, intentando refugiarse de la lluvia bajo la frondosidad del bosque. Cerró los ojos, podía sentir cerca una barrera poderosa, una barrera de cinco sellos, pero lo que le hacía saber con certeza que detrás de ella estaba la guarida que buscaba era que con barrera y todo podía sentir el chakra de los nueve miembros de Akatsuki.

Estaba nerviosa, asustada, no sabía cómo continuar con la misión, pero al mismo tiempo apenas podía controlar sus ansias por volver a estar frente a Uchiha Itachi. Quería saberlo todo, lo necesitaba, esperaba que él le confesara que todo había sucedido como ella lo había descubierto, que Shimura Danzō lo había presionado hasta aceptar aquella misión.

Suspiró nuevamente, esa vez con decisión. Avanzó con velocidad hacia la guarida, deteniéndose frente a una roca, sabía que si tocaba la barrera alertaría a todos dentro de ella, por lo que sin dudarlo le asestó un golpe que definitivamente remeció toda la estructura.

Sonrió cuando dos miembros de Akatsuki salieron de la barrera.

—Una mocosa —reclamó un sujeto oculto detrás de una enorme marioneta.

Sasori de la Arena Roja y su marioneta Hiruko.

—¿Cómo encontraste este lugar? —preguntó su acompañante, un ninja de cabello rubio tomado en una cola alta, sus ojos eran de un intenso azul.

Deidara de Iwa.

—Los he rastreado.

—Un ninja sensor, hmm —supuso Deidara, acariciando su barbilla con aire pensativo.

TAIYŌ | UCHIHA ITACHIWhere stories live. Discover now