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Naruto se incorporó apenas despertó. Su mirada se quedó perdida rápidamente en la nada, su chakra era ligeramente diferente, en la palma de su mano derecha tenía grabado un sol blanco.

¿Qué ha pasado con él? Se preguntó Asuna, curiosa por el cambio en su chakra.

Obito lo devolvió a su dimensión. Respiraba con dificultar, utilizar el Kamui lo agotaba rápidamente.

—Tendrás que esperar a que me reponga para sacarte de aquí, lo lamento.

—No hay problema —le tranquilizó Asuna—. Aún necesito reponerme, estoy viva únicamente gracias a mi sangre Uzumaki y también gracias a esto —apuntó el sello de su frente.

—Es una suerte y un alivio que fueras capaz de aguantar la extracción.

Asuna asintió, esbozando una sonrisa. Llevó una de sus manos a su abdomen y la recargó ahí, su barriga era casi inexistente, pero había comenzado a crecer y ella no se había ni percatado.

Ahora comprendo porqué Naruto me encontraba más gorda...

—Incluso he logrado mantenerla viva a ella, es un alivio.

Obito frunció el ceño, sin comprender.

—¿A quién?

Asuna se recostó en el suelo y alzó su camiseta, enseñando la pequeña barriga que apenas se notaba. Los ojos de Obito brillaron.

—Estás encinta —murmuró, incrédulo—. ¿Cuánto tiempo tienes?

—Deben ser unas quince semanas.

—¿Y ya sabes que será niña?

Asuna sonrió.

—Aún es muy pronto para saberlo, pero puedo sentirlo, será niña.

—¿Cómo estás tan segura? —se extrañó Obito.

—Soy su madre —ella sonrió.

—Estoy feliz por ti.

Uno frente al otro, permanecieron sentados en silencio. Ese reencuentro significaba mucho para ambos, incluso una segunda oportunidad. Obito estaba vivo, podría hacer todo lo que la oscuridad que Madara había metido en su corazón le había impedido antes.

—Destruye mi rinnegan —habló Obito, acabando con el silencio entre ambos—. Si Madara consigue ambos, será indestructible.

Asuna se inclinó hacia él dispuesta a hacerlo. Con ayuda de sus dedos realizó la extracción, Obito jadeó de dolor, por lo que ella se apresuró en usar su ninjutsu médico en él.

Zetsu negro fue incapaz de impedirlo, la voluntad de Obito era superior a la suya.

Asuna observó el ojo en la palma de su mano.

—¿Estás seguro que quieres que lo destruya? —preguntó, dudosa.

Antes que Obito pudiera responder un remolino apareció en la dimensión. Madara se estaba teletransportando hacia ellos, portaba el sharingan de Kakashi, podía usar el Kamui como si el ojo fuera suyo.

—¡Apresúrate! —ordenó Obito.

Asuna alzó el kunai, lista para destruir el rinnegan, pero la vara de omyōton que Madara le lanzó fue más rápida. Soltó un quejido de dolor y el ojo resbaló de sus manos. Bajó su vista al área donde la vara había perforado, había atravesado su abdomen desde el costado.

—¡Asu! —gritó el Uchiha, aterrado.

Madara le dio un golpe cuando intentó agarrar el rinnegan y finalmente lo tuvo en su poder.

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