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1

Finalmente estaba de regreso, luego de cinco años. Konoha había cambiado, había sido recientemente atacada por Orochimaru, un sannin, quien además había acabado con la vida de Sarutobi Hiruzen. Uzumaki Asuna había regresado porque junto a su maestro Jiraiya habían decidido que era tiempo para que Naruto comenzara a controlar el chakra del kyūbi.

Llevaba un mes en la aldea y ya estaba realizando misiones como ANBU. En aquella ocasión volvía sola, su misión había sido exitosa, incluso ya se estaba aproximando a la entrada de Konoha, pero un extraño presentimiento le hizo detenerse en medio del bosque.

Dos chakra se aproximaban a la aldea. Uno era casi tan monstruoso como el de un jinchūriki mientras que el otro se trataba de uno conocido, añorado.

Con el corazón latiendo con fuerza contra su pecho los interceptó a mitad del camino y cuando estuvo nuevamente frente a él su cuerpo se petrificó, mientras su mirada volvía a encontrase con aquellos ojos después de tanto tiempo.

Hermosos ojos oscuros que reflejaban crueldad, al igual que tristeza y dolor por el peso todos sus pecados, pecados que nunca sería capaz de perdonarse. Ojos negros como la noche, pero sin luz, sin estrellas, sin luna. Fríos como el invierno.

No podía escapar de ellos, no había donde refugiarse si su mirada le atrapaba.

Grandes ojeras. Se preguntaba si él sufriría de insomnio, se preguntaba si tal vez sus pecados le pesaban tanto que sus demonios no lo dejaban dormir.

No apartó su mirada de aquellos ojos, deseosa de encontrar en ellos aunque fuera una pizca de la amabilidad que antes habitaba en su mirar, pero solo se encontró con una mirada que podría congelar el mismísimo infierno.

Se preguntaba si, después de todo, su alma dolía tanto como la de ella.

—Uchiha Itachi —pronunció con suavidad. Él se quedó observándola, con aquella mirada tan oscura que era capaz de perforar su alma.

—Uzumaki Asuna —dijo, al mismo tiempo que ella dejaba escapar un suspiro.

Hace mucho tiempo que añoraba volver a escuchar su nombre en los labios de aquel chico. Sonrío bajo su máscara, él era capaz de reconocerla a pesar de estar usando su uniforme de ANBU, a pesar de tener escondido su rostro detrás de su máscara de zorro.

—Ha pasado mucho tiempo —agregó ella, indiferente. Llevó su mano cubierta por los guantes grises hacia su máscara, dejando su rostro al descubierto.

—Sigues siendo una buena rastreadora. Has crecido mucho —contestó él sin apartar su mirada.

Hace mucho tiempo que no veía esos ojos, tan solo en sus recuerdos. Siempre le habían gustado por su color tan peculiar, un violáceo brillante que ante la luz adoptaban un bello azulado. Y su cabello, como adoraba su rojizo cabello, tan único, tan especial como ella.

Ella era única para Itachi.

Asuna cruzó sus brazos sobre su pecho, frunciendo ligeramente su ceño. Luego su mirada se posó en el acompañante del desertor de Konoha, un shinobi de piel azul y rasgos de tiburón.

—Hoshigaki Kisame, el monstruo de la Niebla Oculta.

—Veo que me conoces, sin embargo yo no tengo el placer —respondió, enseñando sus dientes afilados—. ¿Quién es ella, Itachi-san?

—No es importante —contestó, escueto—. Sigamos.

Estaban en el bosque de Konoha que se encontraba apenas a unos metros de la entrada a la aldea. El dúo comenzó a avanzar dejando atrás a la ANBU, pero ella lanzó un kunai frente a ellos y apareció en el punto en que el arma se había clavado.

—¿Qué es lo que buscan en Konoha? —exigió una respuesta, apuntándolos con el mismo kunai.

—Vaya, ahora no me convencerás de que no es importante, Itachi-san —habló Kisame, posando su mano en su espada, Samehada—. Esa habilidad, el Hiraishin no jutsu, es conocido incluso en mi aldea por haberle pertenecido al Relámpago Amarillo de Konoha.

Asuna apretó el arma, haciendo crujir su mango.

—Fue él quien me la enseñó —aclaró, dándole una mirada cautelosa—. Eso no es relevante ahora. ¡Les he hecho una pregunta!

—Lo que Akatsuki busca es al jinchūriki del kyūbi —contestó Itachi. De inmediato los ojos violáceos de la chica dejaron al descubierto un temor indescriptible, o al menos él era capaz de notarlo porque la conocía a la perfección.

Siguieron avanzando, dejándola petrificada en medio del bosque. Los ojos de Asuna no cabían en sus órbitas, llevó sus manos a sus labios cubriéndolos con terror, mientras su corazón latía desbocado contra su pecho.

Si él no la buscaba a ella, significaba que buscaban a...

—No creas que lo permitiré —musitó, sabiendo que él la escucharía.

Se teletransportó gracias al Jutsu del Dios Trueno Volador, reapareciendo en su apartamento en la aldea de Konoha. Lo primero que hizo fue soltar una maldición mientras comenzaba a quitarse el uniforme ANBU.

Su mente trabajaba a mil por segundo, pensando que debía hacer en esa situación. No había Hokage, la aldea estaba desprotegida y Akatsuki utilizaría eso a su favor.

Además, iban por Uzumaki Naruto.

—El informe de la misión puede esperar —decidió, observando la máscara ANBU que ahora descansaba sobre su cama.

2

Jiraiya asintió detenidamente a lo que su discípula le contaba, luego llevó su mirada hacia el cielo mientras acariciaba su mentón de manera pensativa.

—Están en la aldea, en la casa de té —agregó Asuna. Ya los había rastreado perfectamente y estaba al tanto de cada paso que daban por la aldea porque había enviado a un pequeño sapo del monte Myōboku a seguirlos.

El sannin de cabello blanquecino observó a la joven. Ella le recordaba tanto a Kushina, poseía su mismo cabello rojizo, su misma forma de hablar, incluso sus ojos, aunque muchas veces su mirada le hacía memorar sus tiempos con su antiguo discípulo, Minato.

Se largó a reír escandalosamente, despeinando con cariño el cabello de disculpa.

—¡Acabo de peinarlo, ero-sennin! —se quejó Asuna, alejando la mano de su maestro.

—Ah, ya veo de donde el pequeño mocoso aprendió a llamarme así —dijo, frunciendo su ceño.

Asuna suspiró con fastidio.

—¿Tienes un plan?

Jiraiya negó.

—Esperaba que tú lo tuvieras.

—Tsk —articuló, cruzando sus brazos sobre su pecho—. Llévate a Naruto, yo alertaré a Kakashi y a algunos jōnin. Los detendremos aquí en la aldea, y si es posible los capturaremos.

—¿Podrás enfrentarlo?

Asuna frunció el ceño, molesta.

—Soy hija de Yondaime Hokage y del Habanero Sangriento de Konoha, por supuesto que podré enfrentarlo —contestó, enfadada—. Además tú fuiste mi maestro, ¡¿qué clase de pregunta es esa, viejo tonto?!

—No estoy poniendo en duda tus habilidades como kunoichi, mocosa impertinente —dijo, para luego soltarle un golpe en la cabeza—. Solo quiero saber si serás capaz de seguir tu razón y no a tu corazón.

La mirada de Asuna se ensombreció y Jiraiya comprendió que la discusión había llegado a su fin.

—Solo llévate a mi hermano. Yo me encargaré del resto.

TAIYŌ | UCHIHA ITACHIWhere stories live. Discover now