Parte 15

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¡Lamento la tardanza mis hermosas flores!

¡Ya está aquí un poquito más de esta fascinante historia!

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Estaba deleitándome con aquel dulce sabor divino mientras su lengua jugaba con la mía a ver quien de los dos descubría primero nuevas sensaciones que experimentar cuando esos jugosos labios del deseo se apartaron de mi bruscamente —y probablemente...

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Estaba deleitándome con aquel dulce sabor divino mientras su lengua jugaba con la mía a ver quien de los dos descubría primero nuevas sensaciones que experimentar cuando esos jugosos labios del deseo se apartaron de mi bruscamente —y probablemente me quedé con morritos de idiota queriendo más porque no había sido suficiente—. Fue en ese momento cuando escuché el ruido, ¡Joder!, ¿Es que el edificio se venía abajo?

Incluso me tapé involuntariamente la cabeza con los brazos como si de alguna forma eso me protegiera —hija mía, si te cae un peñusco de esos enormes en la cabeza, no te va a salvar un huesecillo de chichinabo que tienes por brazo— pero mejor eso que esperar el golpe.

—¡Sifus!, ¡Ven aquí! —le escuché gritar.

¿El príncipe gritaba? Pues ahora me entero... pero parecía que tenía carácter, sí. Fue en ese momento cuando vi a la bola de pelo correteando por el almacén y tirando todo a su paso.

—¡No!, ¡Sifus! —volvió a gritar ese semi-dios y entonces le observé, tan bien vestido, tan perfecto, tan guapo... corriendo detrás de la bola de pelo que le toreaba porque no le hacía ni caso.

En ese instante estallé en carcajadas sin poder evitarlo.

—No tiene gracia —dijo unos segundos después.

—¡Oh sí! —exclamé—. Sí que la tiene —añadí tratando de contenerme, pero era imposible.

—¿Excelencia? —escuchamos de pronto la voz que provenía desde la entrada y en aquel momento la bola de pelo llamada Sifus se escapó corriendo entre las piernas del sirviente que parecía algo somnoliento y aturdido.

—Lamento el escándalo Bernard, no recordé que el gato de mi madre siempre anda rondando el almacén —mencionó tratando de quitarle importancia.

¿Gato de su madre?, ¿Qué esa bola de pelo maldita era de la reina?

En realidad, no sé de que me extraño, si era igual de antipático que ella; de tal palo, tal astilla, aunque Bohdan no era así... no era así en absoluto.

—No se preocupa excelencia, mañana limpiaré este destrozo —contestó amablemente el mayordomo mientras parecía invitarnos a marcharnos. Yo me quedé con mi mini botecito de Nutella entre las manos mientras salía y suponía que el semi-dios me seguiría detrás, aunque cuando me di la vuelta ligeramente observé que le decía algo al empleado y éste asentía.

De Plebeya a Princesa Where stories live. Discover now