Parte 18

246K 23.2K 1.6K
                                    


¡Qué lo disfrutéis bellas florecillas de mi campitoooo!

Me di una larga, pero larga y extensa ducha de agua caliente mientras sonreía vagamente en la escena que habíamos protagonizado en el pequeño estanque

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me di una larga, pero larga y extensa ducha de agua caliente mientras sonreía vagamente en la escena que habíamos protagonizado en el pequeño estanque. Probablemente la reina me echara la bronca si se llegaba a enterar pero me daba absolutamente igual, ¿Es que no entendía las necesidades de una niña?

Tal vez esa mujer nunca ha sido una niña, con la cara mustia que tiene.

Estaba tan tranquila secándome el pelo y envuelta en el albornoz que cuando sentí la musica proveniente de alguna parte de mi habitación me acojoné y di un pequeño saltito mirando hacia mi alrededor.

En ese momento reconocí el tono de mi movil, era la canción "despacito"

Despaciiiito,

Quiero respirar tu cuello despacito,

Deja que te diga cosa al oído,

Para que te acuerdes si no estás conmigo.

—¡Mi moviiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiil! —grité mientras me miraba hacia todos lados como una loca buscándolo hasta que finalmente lo encontré en una pequeña mesita baja junto a una butaca.

Salte literalmente sobre el y ni tan siquiera miré quien llamaba, las ganas de hablar español con alguien me sobrepasaban.

—¿Si? —exclamé emocionada

—¡Serás petarda! —escuché al otro lado del teléfono la inconfundible voz de Mónica.

—¡Monicaaaaaaaaaaaaaaaaa! —grité emocionada y eso que la había visto hacía tres días.

—Si si... ¡Eres una capulla! —gritó—. ¡Mira que no contarnos nada!, ¡Ya te vale so penca!, ¡Un príncipe ni más ni menos!

En ese momento dudé en si debía contar o no la verdad. Se suponía que nadie debía enterarse de que Bohdan y yo nos habíamos conocido realmente esa noche. ¡Joder! Mónica era mi amiga, se supone que en mis amigas podía confiar y contárselo, ¿no?

—Es que las cosas no son...

—¡Ya claro! Me hago una idea —me cortó—. Tu tan calladita que te lo tenías bien guardao y nos tenemos que enterar por la tele de que te casas con un puñetero príncipe, aunque algo raro sospechamos en el aeropuerto cuando desapareciste y nos dijeron que no pasaba nada. ¡Estuve llamándote toda la noche preocupada!

—No tenía acceso a mi telefono —suspiré.

—¡Ni para mandar un mísero mensaje! —gritó—. Llevo llamándote desde entonces y no llamé a la policía porque sé mas de ti por las revistas que por ti misma. ¿Tú sabes el revuelo que se ha montao aquí?, ¡Eres famosa!

—Ay dios... —gemí.

—Si... Ay dios pero bien que has sabido pescar al buenorro ese de las fotos —suspiró.

De Plebeya a Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora