Parte 100

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¡Bellas florecillas!

Nuestro personaje el Príncipe Bohdan (el modelo real) nos ha dejado una sorpresita para todas en su Instagram personal, así que si aún no lo has visto ¡Cooooooorred! Porque ha sido todo un detalle por su parte ofrecerse a hacerlo.

Si no sabes cuál es su perfil, le menciono en todas mis fotos y me encontrarás por PhavyPrieto (como ya he dicho en cientos de ocasiones)

Si no tienes Instagram, lo sentiré en el alma, pero quizá te pueda la tentación para crearte una cuenta nueva jejejeje

Si no tienes Instagram, lo sentiré en el alma, pero quizá te pueda la tentación para crearte una cuenta nueva jejejeje

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Los días previos a la coronación el palacio real era un auténtico caos. Apenas había coincidido con Bohdan durante esos días, ni tan siquiera le veía por las mañanas cuando despertaba porque se levantaba muy temprano para cumplir su agenda apurada, yo no tenía tantos acontecimientos como él, pero si que había tenido que asistir a más de una inauguración o recaudación de fondos en la que por suerte no había tenido que mencionar más discursos de los cuáles no entendiera nada y aunque ni Bohdan ni yo habíamos sacado el tema a relucir sobre qué ocurriría con aquel dichoso matrimonio que nos mantenía aún unidos, lo cierto era no me preocupaba por el momento, imaginaba que demasiado estresado debía estar el pobre con todo el asunto de la coronación como para insistirle en el tema. Quizá ya tenía tomada una decisión o planificado el siguiente paso, fuera como fuera, había demasiadas cosas aún por cerrar; como la muerte de su hermano Adolph y el misterioso asunto de la persona que intentó entrar en la habitación después de haberme citado en los calabozos mediante engaños.

Me comunicaron a media tarde que mi vestido para la ceremonia de coronación había llegado y que estaba en mi antigua habitación. No tenía ni idea de porqué lo habrían llevado allí, pero supuse que sería por las grandes dimensiones que éste ostentaba y que en mi nueva habitación quizá no quedaba acorde. La cuestión es que fui inmediatamente a verlo porque no lo había elegido a dedo como era lo habitual, sino que había indicado varios modelos que me habían gustado y una modista se encargó de tomar bien mis medidas para realizar una fusión de ellos según las predilecciones que había tomado.

«Igual la había piciado a base de lo lindo y el vestido era una porquería mal hecha» pensé creyendo que con la mala suerte que siempre había arrastrado en mi vida, el karma me la iba a jugar de mala manera.

Cuando abrí la puerta de mi antiguo dormitorio y entré, observé que estaba en penumbra, pero podía visualizar los objetos de la habitación y aprecié el enorme bulto tapado con una tela que había en el centro delante de los armarios empotrados.

Encendí la luz y me acerqué hasta el maniquí, porque sin duda debían de haberlo colocado sobre una figura para que no se arrugara y conforme fui desenvolviendo la tela blanca que lo cubría aquel rojo brillante apareció.

De Plebeya a Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora