Parte 19

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Afortunadamente para mí, la cena fue tranquila —porque la reina estaba en una gala benéfica—, así que solo estábamos Bohdan, Margarita y yo durante la velada que lo cierto no es que fuera muy larga

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Afortunadamente para mí, la cena fue tranquila —porque la reina estaba en una gala benéfica—, así que solo estábamos Bohdan, Margarita y yo durante la velada que lo cierto no es que fuera muy larga.

—Cuéntanos Celeste, ¿Es verdad que vivías en una granja cuando eras pequeña? —preguntó Margarita entusiasmada.

—¿Una granja? —exclamé—. ¿De donde te has sacado eso?

—Mamá lo dijo, ¿Verdad Bohdan? —preguntó para que interviniera.

—Creo que más bien mencionó algo del campo, no una granja —aclaró.

—Bueno, lo cierto es que crecí en un pueblo no muy grande y mi padre se dedica al campo, sí. Pero no crecí en una granja ni nada parecido, aunque ayudaba a mi padre a cosechar cuando era pequeña —contesté sin mencionar cuanto lo odiaba.

En es momento recordé mis años de adolescente, cuando a las seis de la mañana mi padre me abría la ventana de la habitación en pleno invierno de vacaciones navideñas, me quitaba las mantas con las que estaba tan calentita durmiendo en el quinto sueño para que me diera todo el frío así, de sopetón y gritaba

«¡Arriba dormilona que todavía no eres una princesa!» Por irónico que fuera ahora técnicamente lo era, ¿no?

—Seguro que era divertido —exclamó sonriente.

—Uy si, divertidísimo —ironicé mientras me metía un buen trozo de la ensalada en la boca para no contarle lo "divertido" que era estar todo el santo día cogiendo "palos" porque no era otra cosa que recoger los trozos de ramas de la poda que previamente mi padre había cortado y terminar con agujetas hasta en el culo—. Por cierto —dije dirigiéndome hacia Bohdan—. He visto que me han devuelto mi telefono personal.

—Si, he pedido que lo hicieran para que pudieras comunicarte con tu familia —aclaró—. Estarán preocupados por ti y sería lógico que te pusieras en contacto con ellos. Cuando terminemos de cenar hay algunos puntos que tendríamos que determinar —añadió y justo en ese momento levantó la mirada y me encontré con esos ojos azules mirándome de un modo que me hizo temblar por completo.

—Si... claro... por supuesto... desde luego... —balbuceé.

«Parezco idiota» susurré para mis adentros, ¿No podías decir solo "si"? Tres días más junto al buenorro y mis neuronas terminan definitivamente fritas.

—Te espero en mi despacho cuando acabe la cena. Debo aprobar unos documentos para mañana y después podremos dar un paseo por el jardín —contestó.

Asentí, no pensaba volver a meter la pata de nuevo con tanta afirmación seguida.

Mientras Margarita y yo tomábamos el té, él se marchó dejándonos solas, supuse que para aprobar esos documentos que había mencionado.

—Eres mucho más simpática que Anabelle —dijo de pronto Margarita.

—¿Quién es Anabelle? —pregunté confundida.

—La novia de Bohdan —afirmó—. Bueno, la novia que siempre había tenido antes de ti.

—Ah —exclamé sin saber qué decir.

¿Estaba con otra cuando se lio conmigo en las Vegas?, ¡Dios!, ¡Era una lagarta roba-novios! Bueno, ¡Que leches!, ¡Yo no tenía la culpa de nada!, ¡En todo caso la tenía él!

—Hace como seis o siete meses que no viene por aquí, aunque mamá decía siempre que un día se casarían porque era perfecta para Bohdan.

—Ya... —susurré.

Empezaba a no querer saber tanto... si la reina aprobaba a esa tal Anabelle, sería porque era igual que ella.

—Aunque pronto vendrá, es el vigésimo centenario y toda la familia acude —dijo sin más.

—¿Cómo que toda la familia? —exclamé saltando las alarmas intermitentes en luces rojas.

—Si, toda la familia real debe acudir a la celebración y como Anabelle es de la familia al ser nuestra prima tercera también acudirá.

¡Genial!, ¡Lo que me faltaba!, gemí interiormente. Una rubia —porque fijo que era rubia—, de cuerpo perfecto y más amargada que el culo de un pepino, mirándome con rayos laser infrarrojos por haberle robado a "su novio".

Tal vez ese día esté indispuesta, pensé... Ya solo de pensarlo me daba dolor de barriga.

Llamé a la puerta del despacho y escuché su voz.

—Enseguida estoy —mencionó sin apartar los ojos del documento.

—Tranquilo —dije dando vueltas alrededor observando de nuevo aquel despacho. Lo cierto era que me gustaba, tenía un aire tradicional y con un olor tan peculiar... ¡Claro idiota!, ¡Huele a él!, ¿Cómo no te va a gustar mentecata?

—Ya está, ¿Vamos? —escuché y en ese momento me giré para verle de pie señalándome la puerta para que saliera primero.

Hacía algo de frío, pero no me quejé. Nos fuimos adentrándonos en una especie de laberinto porque había setos altos a ambos lados.

—Es muy importante que el circulo de personas que saben lo que realmente ha ocurrido sea ínfimo —dijo con calma.

Había estado hablando desde que salimos de su despacho de lo importante que era no contar demasiado lo que ocurrió y no entrar en detalles, puesto que aunque los rumores seguían existiendo sobre que nos habíamos casado en las vegas, no se sabía que anteriormente a eso, éramos unos completos desconocidos.

—Lo entiendo, imagino que no nos beneficia a ninguno que la prensa se entere —mencioné y me abracé a mi misma por el frío.

—¿Tienes frío? —preguntó en ese momento supuse que al verme casi tiritar.

—Un poco —confesé.

Vi como se quitaba la chaqueta y me la colocaba sobre los hombros como un perfecto caballero. En ese momento deseé besarle con todas mis fuerzas, ¡Oh dioses!, ¡Me moría de ganas de probar de nuevo aquellos labios!

—¿Tu recuerdas si esa noche tu y yo... —balbuceé—. Si tu y yo nos.... —comencé a hacer señas para referirme a saber si nos habíamos acostado y en ese momento vi sus ojos oscurecerse, a pesar de la poca luz, vi perfectamente como su iris se volvía de un azul mucho más oscuro e intenso.

 —comencé a hacer señas para referirme a saber si nos habíamos acostado y en ese momento vi sus ojos oscurecerse, a pesar de la poca luz, vi perfectamente como su iris se volvía de un azul mucho más oscuro e intenso

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