Parte 55

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A partir del capítulo 60 la historia comenzará a ser PRIVADA (siempre lo hago con todas mis historias así que a la gran mayoría no les sonara nuevo)

Para el resto significa que si no seguís mi perfil, no podréis continuar la historia llegados al capítulo 60.

Si no te quieres perder nada, verifica que estás siguiendo mi perfil de wattpad y la historia te seguirá apareciendo sin problemas. Aviso desde ahora porque luego habrá centenares de personas que tendrán problemas precisamente por este tema...

¡Que disfrutéis del capítulo bellas florecillas!

—Debo reconocer que la alumna ha estado brillante —sonrió Dietrich mientras danzábamos al compás de la música como tantas otras veces habíamos hecho en los ensayos

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—Debo reconocer que la alumna ha estado brillante —sonrió Dietrich mientras danzábamos al compás de la música como tantas otras veces habíamos hecho en los ensayos. Solo que esta vez yo no tenía ánimos de conversación, sino que por el rabillo del ojo no dejaba de observar a la peli-lagarta con sus garras sobre mi príncipe.

«¿Era mío?» Desde luego que sí. Me lo había adjudicado por derecho propio, ¿Acaso no tenía un papel firmado donde decía que era mi marido?, Pues hasta entonces que se chinchara la palo-pincho esa endiablada.

¡Arg!, No le partiera un rayo a la condenada...

—¿Hola?, ¿Estoy hablando conmigo mismo? —escuché de pronto.

—¡Eh!, ¿Si?, ¿Perdona? —reaccioné con excusas porque no le había prestado ni la más mínima atención.

«Eso te pasa por sacarme a bailar en el momento menos oportuno hombre insensato»

Por toda respuesta Dietrich sonrió vagamente con aquellos dientes blancos y ojos perfectos verdes. A ver, que el muchacho era muy mono, simpático, agradable, guapo... pero no era Bohdan, se siente.

—Creo que es la primera vez que soy completamente inexistente para una mujer —le oí confesar.

—¿Cómo dices? —gemí en voz alta.

—Qué es evidente que tus sentidos están puestos en otra parte —alegó y me sonrojé.

¿Tan evidente era? Pues se ve que sí.

—Bueno... yo... yo... —comencé a decir sin saber justificarme, ¡Di algo coherente!, ¡Que estás enamorada, no idiota! Aunque para el caso... ¿No dicen que el amor idiotiza? Desde luego iba a tener que darles la razón.

—No pasa nada. Me gustan los retos —contestó y entonces le miré alzando una ceja.

¿Retos?, ¿Pero de qué iba a este tío?

—¿Quién te pidió que me enseñaras a bailar Dietrich? —pregunté haciendo reaccionar a la parte de mis neuronas no idiotizadas de amor.

—Le debía un favor a Annabelle y pensó que sería un castigo enseñarte, aunque en realidad... casi debo estar agradecido.

De Plebeya a Princesa Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu