Parte 30

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¡Mis hermosas florecillas!

Este capítulo está dedicado a @SwitfMoon por ganar el reto que propusieron los #Phavyreaders en el grupo de Facebook desde la cuenta en Instagram.

¡Enhorabuena!

(Para todos los demás, suerte la próxima vez y sabed que todos los días tendréis juegos y actividades en la cuenta de @phavyreaders de Instagram y el grupo de Facebook "Las florecillas de Phavy Prieto")


Bueno, era oficial ¡No se podía conseguir ni un mísero preservativo en todo el reino!, ¡Arg!, para empezar no me dejaban salir sola ni a la vuelta de la esquina y para continuar me negaba a pedírselo a Jefrid para que me viera con cara de "estoy m...

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Bueno, era oficial ¡No se podía conseguir ni un mísero preservativo en todo el reino!, ¡Arg!, para empezar no me dejaban salir sola ni a la vuelta de la esquina y para continuar me negaba a pedírselo a Jefrid para que me viera con cara de "estoy más salida que el pico de una plancha" o peor aún, se creyera que los iba a utilizar con otro que no fuera Bohdan teniendo en cuenta que el príncipito no estaba en casa.

—¿Y si finjo estar enferma? —medité. Así iría a un hospital ¡Y seguro que me los dan!, además conseguiría librarme de la reina, a la que por cierto evitaba como la peste desde el mismísimo momento en el que Bohdan se había marchado.

—¿Hablando sola? —escuché detrás de mi.

Había salido aquella mañana y estaba sentada en uno de los bancos del jardín más alejados de palacio haciendo como que leía aquel libro de "La vida es bella" en alemán «Ironías del destino».

—Buenos días a ti también Margarita —repliqué.

—Te has saltado el desayuno por segundo día. Casi afirmaría a qué estas huyendo de alguien... —contestó divertida.

—Más bien de tu madre —confesé sin esconder nada—. Pero si me quedaba un rato más encerrada en esa habitación me iba a volver loca.

—Tranquila, ella nunca viene a esta parte, sus tacones se clavan en la hierva y no puede "permitírselo".

—Enserio... ¿sois adoptados o algo así? —exclamé sin querer.

—¿Cómo dices? —preguntó sorprendida y pensé que se lo había tomado enserio.

—Perdona —dije pidiendo disculpas "si es que tienes que medir tus palabras, insensata"—. Me refiero a que tu hermano y tú, sois muy distintos de "ella". Tanto que hasta me resulta difícil creer que sea vuestra madre.

—¡Ah! ya... —contestó pesimista—. Antes no era así —añadió apenada.

—¿Antes? —pregunté curiosa mientras cerraba el libro que después de todo ni había leído una palabra porque las historias trágicas no van conmigo y me dispuse a "cotillear" todo lo que pudiera sobre la familia de Bohdan.

—Antes de que Adolph muriera —dijo con tristeza.

¿Quién era Adolph?, ¿Algún otro gato? Porque sinceramente me esperaba cualquier cosa de esa mujer.

De Plebeya a Princesa Where stories live. Discover now