Parte 80 (2)

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«Entonces pídeme que me quede, pídeme que no me vaya» susurré en mi subconsciente, aunque aquellas palabras quisiera gritarlas con todas mis fuerzas para que él me escuchara, para que de verdad me lo dijera, pero no podría soportar la compasión en sus ojos, mucho menos que tratara de buscar una excusa. Podría ser consciente de que le gustaba, de que por algún extraño motivo, se sentía atraído hacia mí a pesar de que era tan normal como cualquier chica de calle, pero la cuestión era otra; yo no tenía dotes de princesa, mucho menos riqueza y ni qué decir de sangre azul —de eso estaba a años luz —, así que por mucho que lo deseara, por mucho que quisiera gritarlo, él jamás me pediría que me quedara, porque aún en el supuesto caso irónico de que quisiera; ambos sabíamos que no era suficiente para él.

Bohdan tendría que casarse con alguien de su altura, alguien que aportara a la corona dinero, saber estar, buena posición o lazos políticos y yo no representaba nada de eso, al contrario; era más una carga que un beneficio puesto que ni tan siquiera podía presumir de ser una escritora famosa o de renombre.

En algún momento de mi "come-come" cerebral debí quedarme sobadísima porque cuando abrí los ojos, la luz matinal iluminaba toda la habitación y estaba más desorientada que navegando cien días en alta mar.

—Buenos días, princesa —escuché a mi lado y me giré atónita de encontrar a Bohdan aún en la cama.

¡Waaaaaaaaaa!, ¡Waaaaaaaaaaa! Retinas, ¡Grabad! Que esta imagen jamás se puede borrar de mi memoria.

Verle con ese cabello revuelto, esos ojos azules brillantes y una sonrisa traviesa, simplemente... ¡No tiene precio!

«Nah, ni en cien vivas que viviera me olvido yo de esa imagen»

—Buenos días —sonreí.

Me había vuelto a llamar princesa y además, ¡Se había quedado para cumplir su promesa!

—Creo que esta noche —comenzó a decir acercándose a mí con aquel tono cargado de... ¡De yo que sé qué! pero ¡A mí me volvía loca perdía! —Tienes que cumplir una promesa...

«De aquí salgo tarada perdía... voy a ir pidiendo cita en el psicólogo. Mejor psiquiatra porque voy a necesitar muuuuuuuuuuuchos medicamentos»

—Te dije que era un hecho —susurré por mi falta de saliva.

—Mejor —terció dándome un beso en el cuello—, porque me muero de ganas de que me enseñes todo lo que aprendiste en ese curso —terminó diciendo al mismo tiempo que mordía el lóbulo de mi oreja y a mi caía el alma a pedacitos pequeños...

«Miento... el alma no, pero ¿Las bragas? Esas se habían caído fijo porque entre el culamen, esa cara, esos ojos, ¡Esa tableta de chocolate virgen santísima! Y encima esa sensualidad con la que hablaba... yo estaba al borde de un filichi que me dejaría en coma para los restos de mi vida»

—Puuuueeeessss —comencé a decir cerrando los ojos—, espero no decepcionarle su excelencia —susurré y noté sus dedos bordeando mi cintura.

—Tú nunca me decepcionas —dijo con firmeza—. Nunca —aseguró.

«Joder, joder, joder»  ¿Y qué contesto yo ahora a eso?

Los golpes en la puerta me libraron de contestar, pero me sentía como una nube flotando.

¿Nunca le decepcionaba? Eso es que me conocía de hace tres días como quien dice, pero yo era la patosa number one del reino, —nunca mejor dicho—, y encima no tenía ni idea de protocolos y mierdas de esas... presentía que iba a piciarla, porque cuánto mejor quiero hacer algo para que alguien se sienta orgulloso de mi, más la lío.... Es como lay de Murphy "Si algo puede salir mal, en mi caso saldrá peor"

—¿Si? —exclamó Bohdan levantándose de la cama y colocándose un pantalón de chándal mientras se dirigía hacia la puerta.

—Príncipe Bohdan, traigo el atuendo de la señorita Abrantes —contestaron al otro lado de la puerta.

Bohdan me miró y me hizo una señal para que fuera al baño, algo que hice inmediatamente puesto que probablemente se me habría echado el tiempo encima para asistir a la dichosa inauguración del centro sociocultural.

Bohdan me miró y me hizo una señal para que fuera al baño, algo que hice inmediatamente puesto que probablemente se me habría echado el tiempo encima para asistir a la dichosa inauguración del centro sociocultural

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De Plebeya a Princesa Where stories live. Discover now