Parte 105

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¡Chachaaaaaan! Bien largo ea, pa que no me sus quejéis flores del campo!

Y todavía habrá alguna flor por ahí que se queja de que es corto... ¡en esta vida hay mucho inconformismo del güeno!

«Definitivamente el nombre está maldito» pensé una vez me dejaron a solas en la habitación después de comprobar que no había nada sospechoso y lo primero que hice tras despedirme de Sonia que hasta el momento había seguido enganchada al teléfono m...

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«Definitivamente el nombre está maldito» pensé una vez me dejaron a solas en la habitación después de comprobar que no había nada sospechoso y lo primero que hice tras despedirme de Sonia que hasta el momento había seguido enganchada al teléfono mientras me decía que enviaría la conversación grabada por correo urgente para evitar filtraciones de red, fue deshacerme de aquel vestido absolutamente precioso que estaba completamente manchado por haberme tirado al suelo.

Me duché rápidamente para quitarme toda la mugre y raspones que tenía en el brazo y parte de la cara, no quería perder demasiado tiempo, tenía la necesidad de saber que estaba ocurriendo y no estaba muy segura de si podría esperar pacientemente a que Bohdan regresara de aquello que estuviera sucediendo.

Iba a quemar aquella alfombra de tanto pasearme de un lado a otro por pura impaciencia y abrí la puerta tres veces tras escuchar pasos, pero solo eran aquellos dos guardias apostados en la puerta que me decían que tenían órdenes explícitas de que no saliera de mi habitación.

«Genial... ahora me he convertido en una presa» pensé mientras me dejaba caer sobre la pared.

Eran casi las dos de la mañana cuando al fin Bohdan abrió la puerta y salté de literalmente de la cama.

—¿Qué ha pasado? —exclamé—. ¡No habrán creído a ese engendro del demonio?

Bohdan me miró frunciendo el ceño un instante y luego pareció comprender lo que acababa de decirle.

—No —afirmó llevándose una mano a la cabeza como si ésta le doliera—. Afortunadamente no —aseguró y me acerqué hasta él con cautela mientras colocaba una mano en su brazo—, aunque imagino que vendrá muy bien esa grabación en el juicio pese a que lo más probable es que se declare mentalmente inestable para rebajar la condena.

—¡Definitivamente es más mala que un rayo! —grité.

—¿Estás bien? —preguntó colocándome las manos a ambos lados de mis mejillas—. Cuando Jeffrey me contó lo que había pasado esta mañana con el gato de mi madre y que no volvías me temí lo peor...

—¿Cómo lograste encontrarme? —pregunté sorprendida—. Puesto que ni siquiera me dio tiempo a gritar para pedir ayuda y dudaba que alguien hubiera visto algo teniendo en cuenta que todo parecía estar casi preparado...

—Observé que Annabelle se escabullía del salón y decidí seguirla —admitió—. No creí que fuese capaz de hacer lo que tenía pensado, pero desde lo que ocurrió con Dietrich no me fiaba de ella y esta noche confirmé mis sospechas, aunque hice mucho más que confirmarlas de hecho.

De Plebeya a Princesa Where stories live. Discover now