Parte 24

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«Dos semanas» suspiré

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«Dos semanas» suspiré.

Dos malditas semanas desde que llegué y si no me daban un ordenador en el que al menos poder escribir mis ganas de suicidarme, me iba a tirar definitivamente desde la ventana de la habitación, aunque solo fuera un segundo piso.

Apenas había visto a Bohdan en los últimos días debido a sus compromisos en el extranjero, aunque al parecer volvería esa misma tarde puesto que tenía que acudir a una cena benéfica y precisamente yo iba a acompañarle.

Raphael había estado exprimiéndome como una naranja los últimos días durante al menos diez horas cada día... definitivamente ya no me quedaban seso en el cerebro con tanta copa, saludo, reverencia y estupidez inaudita, ¡Si hasta tuve que estudiarme los nombres de los invitados! Yo que juré no volver a estudiar en mi vida...

—¡Oh dios!, ¡Mátame de una vez! —gemí.

En ese momento cogí el teléfono y vi que tenía un mensaje sin leer. Nada más abrir comprobé que era de mi amiga Sonia, seguro que era tan prudente, que prefería no llamar y por tanto enviar un mensaje para no molestar.

Lo abrí enseguida devorando el contenido.

¡Hola feucha!

¿Qué tal estas?
Lamento no llamarte, pero no quería molestar y entre todo el lío de los últimos preparativos de la boda, sumado al revuelo que se ha montado con tu "prometido" no sabía si podrías hablar libremente puesto que Mónica ya nos comentó como está la situación.

Necesito saber si acudirás a mi boda y si, además, traerás acompañante.
Espero tu respuesta lo antes posible,
puesto que tengo que cerrar mañana mismo la lista.

Pd: Cómo se te ocurra faltar, no te lo pienso perdonar en la vida. Ya sabes que te necesito para ser el alma de la fiesta.

Un beso. Cuídate y para lo que necesites, llámame.

«¡Mierda, la boda de Sonia!» exclamé

Conté mentalmente y faltaban menos de tres semanas. Empecé a teclear contestando a su mensaje afirmando que no se preocupara porque así lloviera, tronara, nevara o fuera el apocalipsis zombie, yo pensaba acudir... pero ¿Iría sola?, ¿Me acompañaría Bohdan a la boda de mi amiga? Resultaría extraño... pero si yo le acompañaba a tanta gala y tanta leche en pepitoria. Podría él acompañarme a una simple boda, ¿no?

—Mejor le contestó esta noche, cuando se lo pregunté a él —susurré mientras me levantaba de la cama y me preparaba "elegantemente" para cita con mi adoraba nutella mañanera.

«El único momento de placer del día» pensé.

Y hasta la cara de mustia amargada de la reina me lo tenía que fastidiar.

—¡Buenos días Celeste! —escuché a Margarita gritar por el pasillo.

—¡Buenos días! —exclame al verla tan sonriente—. ¿Por qué estás tan contenta? —pregunté mientras caminábamos hacia el comedor.

—¡Hoy vuelve Bohdan! —exclamó.

—Es cierto —dije sin demostrar que volver a verlo en cierta forma me entusiasmaba.

—¡Siempre me trae un regalo de sus viajes! —gritó alegre—. Me pregunto que será esta vez...

—Seguro que es algo que te gustará —contesté sin mucho entusiasmo.

—No pareces contenta —mencionó de pronto.

—No te preocupes por mi —fingí—. Es solo que estoy un poco nerviosa por la cena de esta noche.

Genial... ahora confieso mis miedos a una adolescente de doce años, pero tampoco es que tuviera a alguien más a quién decírselo.

—¡Solo es una cena!, no te preocupes por eso, lo harás genial —me contestó sonriente mientras torcimos la esquina para entrar en el comedor donde ambas guardamos silencio tras ver la mirada de reproche de aquella mujer, por suerte el rey también estaba presente por lo que seguramente se contendría.

Cuando llegó el sirviente con la bandeja de cada mañana que tenía mi adorada Nutella vi que en su lugar traía un tazón de lo que parecían ¿gachas?, ¡Qué demonios era eso!, ¿Dónde estaba mi crema de avellana?

—Querida —escuché de pronto aquella voz irritante—. Me he tomado la libertad de pedir que te sirvan un desayuno más acorde a tu dieta, puesto que con tu figura no puedes permitirte un lujo así.

Espera.... ¿Me acababa de decir gorda en toda mi cara?

—Muy considerado por su parte —dije con una falsa sonrisa—. Pero si "esto" —dije señalando el cuenco—, me hace parecerme a usted, prefiero seguir con mi desayuno habitual.

En ese momento me pareció ver una sonrisa en la cara del padre de Bohdan y a Margarita aguantarse la risa.

—Por favor, llévese esto —me faltó decir "esta bazofia de porquería" —y tráigame lo que desayuno habitualmente.

«Celeste 1 – Reina amargada 0» pensé en ese instante.

La cena era a las ocho en punto y tras someterme a más de cuatro horas de potingues, cremas, depilación integral y más estirones de pelo que en toda mi niñez, allí estaba bajando los escalones hacia el hall, con un precioso vestido de color "celeste" con falda de tul hasta el suelo y un ceñido corpiño de pequeños cristalitos brillantes.

En el momento en el que giré tras la larga escalinata le vi de espaldas y me estremecí.

«Solo amigos, Celeste» me repetí «Así que olvídate de tener pensamientos indecentes por esta noche y por todas las venideras»

Y como si me hubiera escuchado llegar se giró observándome detenidamente y con toda probabilidad una sonrisa de "idiota enamorada" se me debió figurar en la cara.

—Estas preciosa Celeste —dijo en cuanto me acerqué hasta él.

Confirmado, mis minúsculas braguitas de encaje estaban empapadas en ese instante observándole con esa sonrisa perfecta y ese uniforme lleno de condecoraciones y melladitas que le hacía parecer un príncip... ¡era un príncipe maldita sea!

—¿Vamos? —preguntó ofreciéndome su mano.  

—Vamos —dije segura—. ¿Cómo de importante es la cena de esta noche? —pregunté una vez entramos en la limusina.

—Solo es para recaudar fondos benéficos. En realidad, es un acto público en el que me invitan todos los años para dar un discurso. No te preocupes, apenas habrá periodistas.

—¿Entonces por qué debo acompañarte? —pregunté.

—Porque es lo que se espera de la prometida del príncipe —contestó sonriente y vi que evitaba mirarme—. Lo que esperan de ti.

 Lo que esperan de ti

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De Plebeya a Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora