Parte 44

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¡Mis bellas florecillas hermosaaaaaaaaaaas!

¡A leer!


Habitualmente a la hora de comer nos sentábamos a la mesa de forma que el padre de Bohdan, el rey Maximiliano quedaba a la cabecera y junto a él se sentaba su hijo a su izquierda

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Habitualmente a la hora de comer nos sentábamos a la mesa de forma que el padre de Bohdan, el rey Maximiliano quedaba a la cabecera y junto a él se sentaba su hijo a su izquierda. Suponía que a su derecha siempre se sentaría Margarita, pero al estar yo, por alguna razón desconocida, ocupaba ese lugar y en cambio ella se sentaba a mi derecha junto a su madre que ocupaba el otro extremo de la mesa frente a su esposo. Tenía claro quien iba a ocupar ese puesto vacío que había siempre al lado de Bohdan, ni mas ni menos que la cerebro de mosca rubia perfecta. En efecto, así fue para mi desgracia. Casi prefería cambiarme de sitio solo por el mero hecho de que así ella no podría tocarle como hacía a cada oportunidad que podía. La chica era sutil, sí. Tan sutil como ponerse un cartel "busco sexo" en una cárcel de tíos. Vamos... que más descarada no podía ser y lo mejor de todo era que Bohdan se hacía el sueco. ¡Qué digo sueco!, ¡Filipino, Argentino y Noruego vamos! Actuaba como si fuera normal, por lo que me dio a pensar que estaba familiarizado con la tal Annabelle de las narices, ¿No se llamaba así una muñeca diabólica? Al final el nombre le iba a venir que ni pintao a la tía esta...

Habría que ser muy lerda, para no saber que yo era su "prometida" entre comillas puesto que no se hablaba de otra cosa. La cuestión era, ¿Hasta qué punto la siliconada diabólica podía saber que no era real?, ¿Le habría informado la reina?

«¡Que preguntas te haces Celeste!» me recriminé. Era más que seguro que le habría contado todo, dudo que se hubiera dejado algo en el tintero, es más, yo creo que si hasta supiera cuantos pelos tengo en el chichi, se lo cuenta igual por si acaso le sirve para quitarme del medio.

Dudaba siquiera que considerase que era una competencia para ella. Y a juzgar por su comportamiento me inclinaba a afirmarlo más que dudarlo.

—¿Cuándo vendrán tus padres querida? —oí que decía la voz chillona de la reina.

—Me confirmaron que estarán aquí a tiempo para la ceremonia del bicentenario Margoret —confirmó.

¿Margoret?, ¿Así se llamaba la bruja piruja? Casi me había inclinado a llamarla víbora directamente.

—Bohdan, debes hacer el baile de apertura con Annabelle —dijo como si no hubiera discusión alguna en ello.

Me mordí el labio con tanta fuerza que juraría que me hice sangre porque el sabor característico inundó mi paladar.

—No creo que sea conveniente —escuché que contestó de forma tranquila—. Todo el mundo esperará que inaugure el baile junto a mi prometida.

—¡Ese baile siempre se ha inaugurado con miembros de la familia real! —exclamó escupiendo las palabras y yo miré hacia el plato.

—Por si se le ha olvidado, "madre" —oí que hizo hincapié en la palabra—, ella ya pertenece a la familia real.

—Solo por un periodo breve de tiempo —alegó en su defensa.

Toma Celeste, por si no te había quedado claro que le caes peor que la leche a los intolerantes a la lactosa, solo que en vez de vomitarme, quería literalmente echarme y perderme de vista para siempre. Además, acababa de corroborar la teoría de que la siliconada diabólica sabía toda la historia de las Vegas y que nuestro matrimonio era real, pero más falso que un bolso de Michael Kors hecho en china.

—Querido —empezó a decir la siliconada diabólica con voz melodiosa—, seguro que a tu prometida no le importa cederme ese honor teniendo en cuenta que es una tradición y para todos aún no estáis casados. ¿Verdad que no te importa? —añadió mirándome y en ese momento vi la falsedad en sus ojos.

¡Será zorra la cacho de penca tía siliconada esta diabólica de las narices!, ¡Y sonreía la capulla como si se estuviera regodeando del momento!

Sabía que si me negaba, estaba contrariando a la reina que acababa de declararme la guerra en toda mi jeta —aunque no es que fuera la primera vez, pero si la menos sutil de todas—, y encima quedaría como interesada cuando todos sabían las razones de porqué estaba yo allí. Por lo que la zorra no me dejó mas remedio que ceder.

—Por supuesto que no me importa —dije mientras le di la sonrisa más falsa y cínica que había dado en toda mi vida.

—¡Ves! —gritó emocionada ante el silencio de todos—. ¡Todo solucionado! —volvió a gritar mientras daba hasta pequeños saltitos y palmitas en la silla.


«Respira» me dije.

Más me valía respirar hondo porque de lo contrario si que mi madre iba a tener que ir a visitarme a la cárcel a este paso de las ganas que me daban de asesinar a la rubia siliconada diabólica de los cojones.

Más me valía respirar hondo porque de lo contrario si que mi madre iba a tener que ir a visitarme a la cárcel a este paso de las ganas que me daban de asesinar a la rubia siliconada diabólica de los cojones

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Respira Celeste, respira que sino... vas a cometer un asesinato sin precedentes hahahaha.

 vas a cometer un asesinato sin precedentes hahahaha

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De Plebeya a Princesa Where stories live. Discover now