Parte 61

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¡Hola mis hermosas florecillas!

(Para todas aquellas que me dicen que no leen más allá del capítulo 60, si han conseguido leerlo, es que están leyendo los capítulos privados, solo que actualizo cada dos días y estáis en el final de la historia y toca "armarse de paciencia" a esperar hahaha)

¡Besos mis niñas preciosas! ¡¡Y niños!!
(que aunque sean minoría, sé que los hay ¡¡pronúnciense aquí!!)

Durante la cena le presenté mi hermana a Bohdan, que se había quedado con mis abuelos mientras mis padres estaban en el hospital, no la culpé por mirarle con cara de ensoñación y que se le escapara algún que otro suspiro, total ¿No hacía yo exacta...

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Durante la cena le presenté mi hermana a Bohdan, que se había quedado con mis abuelos mientras mis padres estaban en el hospital, no la culpé por mirarle con cara de ensoñación y que se le escapara algún que otro suspiro, total ¿No hacía yo exactamente lo mismo?

—Bueno, nosotros vamos a dar un paseo por el pueblo, aunque no creo que tardemos teniendo en cuenta que solo son cuatro calles —ironicé.

Si, mi pueblo son cuatro calles pelás y mondás como quien dice, porque el resto son callejuelillas de casas alrededor. Teniendo en cuenta que toda la gente que vive aquí es porque no se ha ido a estudiar fuera y vive de la agricultura que hay alrededor, es normal. Para una chica de ciudad como yo ya me consideraba era como irse a mitad del campo desierto, porque por no tener, no tenía ni una mísera tienda de ropa y en la única tienda del pueblo te venden el pan y de paso las bragas de abuela —porque estaba la cosa como pa' pedir lencería fina—.

—¿Puedo ir con vosotros? —exclamó mi hermana.

—Deja a turmana, Adriana (deja a tu hermana Adriana) —dijo de pronto mi madre antes de que yo contestara—, que é grandesita y no nesesita llevá a ninguna carabina (que ya es grandecita y no necesita llevar a ninguna carabina) —contestó mi madre con cierto tono de complicidad hacia mi.

Por el gesto que puso mi hermana hasta a mi me dio pena y quise decirle que no pasaba nada, que viniera, pero ella se levantó malhumorada de la silla y se largó diciendo un simple «Buenas noches» de morros.

—Mama... tampoco era necesario, ¿no? —la regañé—, no creo que pasara nada porque viniera.

—Ay jamía (Ay hija mía) —contestó mi madre convencidísima de que el aquí presente príncipe Bohdan que nos miraba con cara de confusión, no la entendería—. Quiero que me dé(s) nieto(s) pronto, azí que con turmana pupulando a tu alrededó no creo que me lo vaya a dá mu pronto (Quiero que me des nietos pronto, así que con tu hermana pululando a tu alrededor no creo que me los vayas a dar muy pronto) —soltó tan pancha.

—¡¡Mamaaaa!! —grité completamente roja de vergüenza y rogando a dios que Bohdan lo hubiera entendido un carajo.

—¿Qué? —exclamó—. No disho ninguna mentira —añadió tan tranquila mientras se levantó cogiendo unos cuantos platos para llevarlos a la cocina.

De Plebeya a Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora