Parte 60

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¡A disfrutar bellas!

Nos quedamos hasta que le dieron el alta a mi padre y al decirle a mis padres que habíamos llegado en helicóptero al hospital, mi madre insistió en que volviéramos con ellos a casa

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Nos quedamos hasta que le dieron el alta a mi padre y al decirle a mis padres que habíamos llegado en helicóptero al hospital, mi madre insistió en que volviéramos con ellos a casa.

En realidad no había pensado si pasaríamos la noche allí, o no, o qué puñetas iba a ocurrir porque me limité a no pensar desde que mi madre soltó la bomba en su drama particular —aún no se me habían pasado las ganas de estrangularla—, verás tu como el día menos acordado, nos suelta algo que es verdad y no la creeremos, como el cuento de "Que viene el lobo, que viene el lobo y cuando vino, nadie le creyó".

—Tenemos reserva en hotel —dijo Bohdan con cierta calma.

—¡Ah no!, ¡No, no, no! —comenzó a negar mi madre con el dedo—. ¡No pienzo permití que mi yeno se vaya a un hoté! —exclamó tozuda como ella sola.

—Mamá —dije con cierto aire de regaño—. Si él quiere ir a un hotel, tendrás que respetar su decisión —añadí al ser esa mi salvación.

¿Meter a Bohdan en una casa donde todos pinchan en el mismo plato central? Verás tu... verás tu...

—¡Me dá iguá! —sentenció mi madre—. Ademá, en er pueblo solo tá la pensión de la mari, y tu ya sabe que en la casa va a tá musho mejó atendío que allí, y no vamo a etá pallá pá cá si se quea aquí en la capitá (Además, en el pueblo solo está la pensión de la Mari, y tu ya sabes que en casa va a estar mucho mejor atendido que allí, y no vamos a estar para allá, para acá si se queda aquí en la capital)

—Anda, dame en tol gusto hija... que si no te viene tu mare me va a poné la cabesa como un tambó y me via queá peó de lo que toy (Anda, dame en todo el gusto hija... que si no te vienes, tu madre me va a poner la cabeza como un tambor y me voy a quedar peor de lo que estoy) —dijo mi padre mirándome con pena de súplica.

—¡Que esagerao por dio! (Qué exagerado por dios) —gimió mi madre bajo la atenta mirada de Bohdan que nos observaba como un partido de tenis probablemente sin entender nada.

—Mis padres quieren que nos alojemos en la casa del pueblo —dije apiadándome de mi padre, después de todo había venido por él y quería estar cerca de él.

—Si no es una molestia para ellos, a mi me parece bien —confirmó sonriente.

Cerré los ojos y suspiré.

—Está bien —afirmé—. Vamos con vosotros —pronuncié y mi madre comenzó a chillar y a dar saltitos de alegría como si le hubiera tocado la lotería.

Al salir al aparcamiento en cuanto le dieron el alta a mi padre, Bohdan y yo les acompañamos hasta el todoterreno que más mierda y barro no podía tener el pobre, mi madre nos invitó a subir, pero en ese momento un vehículo especial con lunas tintadas apareció junto a nosotros y mientras mis padres iban en su coche, nosotros les seguíamos detrás desde uno un tanto más... limpio, vamos, que hasta parecía que le habían pasado la lengua y todo en comparación.

De Plebeya a Princesa Where stories live. Discover now